martes, 22 de octubre de 2013

Cuando pones entusiasmo en lo que haces...

Cuando pones entusiasmo en lo que haces, en lo que te dedicas, en aquello que te gusta, se nota y lo notan.

De pronto, una atmósfera de positivismo irradia a todo el que te ve, pues estás deslumbrante, reluciente, brillas y contagias con tu luz.
Te creces, sin quererlo, sin pensarlo, sobresales. Los demás ven en ti más que si hicieras las cosas por hacerlas, por que toca o por otro fin que no fuera el goce y disfrute personal de hacerlas.
El resultado final podría ser mejor o peor, sin embargo es en la ejecución donde se ve esa fuerza desbordante que inunda a todo aquello que está de por medio. No hay barreras, ni físicas ni psíquicas y de pronto te encuentras a solas con aquello que haces. Tú y tu creación.

Y no te das cuenta, acabas y lo muestras, y lo que creías que era algo mediocre, normal, del montón o sin importancia, adquiere una dimensión muy superior, porque aunque pensaras que lo que estabas haciendo no lo hacías para que sobresaliera, el empuje, las ganas, el entusiasmo y el placer de hacerlo te ha llevado a crear algo que sobrepasaba tus expectativas.

La gente ve eso. Hay una especie de vínculo invisible, sensorial pero no sensitivo, sensible pero no perceptible, entre las obras, creaciones, piezas y elementos que surgen del genio humano y la propia humanidad.
Como decía, la gente lo nota. Pueden estar mirando una pintura durante horas y decir "no me transmite lo más mínimo". Esa pintura, posiblemente, haya sido creada sin pasión, a efecto de ganar únicamente dinero, y sin otro fin que ese mismo ánimo de lucro.
Esa pintura, de no tener firma, pasaría desapercibida, incluso no sería ni recogida de la calle de haberse expuesto allí. Pues no inferiría ningún sentimiento en quienes la vieran.
En cambio, hay pinturas, anónimas o de gran nombre, en las que la huella del énfasis, del entusiasmo, esa catarsis entre el artista y la obra, queda totalmente plasmada, y esa es la sensación que el resto recibe al observarla.
Generalmente, esas obras no suelen dejar indiferente a nadie. O se odian o se aman, pero siempre te transmiten algo.

Ocurre lo mismo con la música. Grandes sellos discográficos roban el alma a miles de artistas para venderlos como un producto de consumo masivo. Esa música puede sonar durante horas en un hilo de fondo sin que despierte ninguna sensación.
En cambio, la voz desgarrada de un cantautor con el pinceo melódico y punzante de una guitarra desnuda, sin ningún tamizado más, es capaz de erizar el vello de quien solo lo escucha de fondo.

Idéntico con la escritura. Un escritor puede volcar un sinfín de vocablos sobre papeles vírgenes tratando de organizarlos para encuadrarlos en un tejido marañoso de descripciones con la mala fortuna de haberse dejado la cabeza, pero no el alma en ello.
Esto, el lector, lo identifica. No es que se aburra leyéndolo, es que después de haberlo leído no deja ninguna huella en él, ningún sentimiento, ninguna sensación ni recuerdo. El lector olvidará lo leído con la facilidad con la que los árboles se despojan de sus hojas en otoño.

Un escritor que vierte el alma en cada palabra que escribe, que pone la vida en cada tecla que pulsa, que no deja espacio a las florituras ni filigranas, sino a la fortuna y a las musas, y que sean estas las que, a través de su virtud, acaben dando forma, decoren y den el esplendor final a la voluntad y servicio de aquel que dispuso su cuerpo para ser solo conductor de su espíritu, posiblemente no llegará a la masa, pero en aquellos que hayan leído algo escrito por él dejará una astilla profunda que permanecerá inarrancable durante largo, largo tiempo.

El entusiasmo.
Es el entusiasmo, en definitiva, lo que diferencia una obra cualquiera, lleve el nombre que lleve, de una buena obra. Y el que pone entusiasmo en lo que hace es reconocido como un virtuoso.

7 comentarios:

  1. Totalmente de acuerdo! En las cosas que haces con entusiasmo, dejas una parte de ti y éso es muy bonito y reconfortante para el receptor.
    En tu caso ahí estás, se nota tu esencia en cada palabra que escribes :) :) :)

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    1. Ayuuu, quiero decir, gracias. No me resulta difícil dejar parte de mí en lo que escribo porque disfruto escribiendo... pero creo que disfruto más aun cuando gente tan valiosa me lee... y tiene tan buenas opiniones. :D:D:D

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  2. Opino lo mismo!! Cuando le pones entusiasmo, ganas y empeño a lo que haces se nota...y lo notan!!! Bravo primooo tu disfruta escribiendo que nosotros disfrutamos leyéndote. ;-)

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    1. Muchas gracias. De verdad que disfruto el doble cuando vosotros me leéis. Cuando empecé el blog nunca pensé que habría tanta gente que lo siguiera. Eso me empuja a seguir escribiendo y seguir disfrutando de ello :)

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  3. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  4. sentirse regalado con los pensamientos y palabras de los demás también es valioso.....un saludo

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    1. Eso es, antes que poder dar forma a tus pensamientos con palabras es importante cobijarse y deleitarse con las elaboraciones de quienes antes ya lo hicieron de forma fructífera, o de quienes lo siguen haciendo. El entusiasmo es pegadizo y se propaga como el fuego en ríos de gasolina. Es mejor dar positivismo que proyectar negatividad.

      Gracias por tu aportación.

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