jueves, 22 de mayo de 2014

El tabaquismo hace que los fumadores sean menos considerados.

Está comprobado y, aunque muchos de nosotros no hayamos pensado en ello (o lo hayamos hecho únicamente de soslayo), el tabaquismo o adicción al tabaco hace que la gente que fuma sea menos considerada, menos respetuosa e incluso más incívica.

Desde que prohibieron fumar en espacios públicos cerrados o semicerrados, las calles se han ido viendo pobladas de gente fumando. Paseando, yendo a la compra, esperando el autobús, sentados, de pie en una esquina, dando tumbos, saliendo y entrando de locales, quien fuma sabe que debe aprovechar al máximo el espacio exterior para echar sus caladas antes de entrar en cualquier establecimiento, local, edificio, etc., pues se juegan una buena multa.

¿A quién perjudica esto? A todos un poco, por la cantidad de colillas repartidas por todo el entramado urbano, muchas de las cuales acaban en alcantarillas y dispersas por el mar y por el monóxido de carbono emitido al aire que respiramos, rebajando su calidad y haciéndonos a todos un poco más vulnerables a agentes infecciosos.
Pero en concreto perjudica y mucho a los no fumadores, especialmente a quien tiene más intolerancia al humo desprendido del cigarro.

Antes no era tan consciente de lo que podía llegar a molestar el humo del tabaco, aunque nunca he sido fumador he tolerado el humo ya que en mi entorno, de más chaval, casi todo el mundo fumaba. Pero ha sido a raíz de pasar una semana con la nariz tapada por una operación que he podido comprobar cuan desagradable y asfixiante puede llegar a ser el estar respirando constantemente esa nociva y pestilente sustancia poluta.

Desde que salí del hospital hasta que llegué a casa, en un tramo de unos 3'4 km. (43 minutos andando), pude detectar hasta 5 o 6 tipos distintos de ese humo contaminante.
Eso me da que pensar. Pensar en las personas que son más intolerantes a los humos y hedores del tabaco, pensar en las personas con problemas respiratorios o chiquillos que reciben ese humo a diario, porque los fumadores superpoblan las calles de la gran ciudad. Qué injusto para ellos, que no han decidido querer olerlo.

Sí, un fumador (que conozco mucho) me dirá: -"¿Y entonces dónde fumamos, nos recluimos todos en un campo y no salimos hasta que no dejemos de tener ganas? ¿No sabes que es un vicio y fumo por necesidad?"-
A esas personas (no cuento a los más respetuosos), que han dejado de tener la empatía suficiente como para respetar la presencia de niños mientras fuman de espaldas a ellos caminando por las calles, les debo recordar que un vicio no es una necesidad. Una necesidad es algo sin lo que no puedes vivir, como el alimentarse o el respirar (si es aire limpio mejor). Un vicio es una adicción, algo de lo que con fuerza de voluntad se sale, los que no lo sufren te lo agradecen y tu bolsillo te da más alegrías.
También debo decirles que la incomodidad y contaminación que ellos provocan, al entorno y a las personas, puede compararse con que haya personas gritando de vez en cuando en su trayecto por la calle, a gente apuntando con luces a la cara de vez en cuando o gente haciendo aspavientos a tu alrededor. Es decir, es una molestia y es nocivo (lo de los aspavientos únicamente a los nervios del que no lo aguante).

Por lo que desde mi humilde rincón pido más sensibilidad a los fumadores con los no fumadores. Que sí, que tienen sus derechos, pero no hablamos de derechos, sino de respeto y civismo. Que moderen su tabaquismo frente a menores y que recuerden que fumando, las libertades de los demás de respirar aire menos contaminado por la calle acaban cuando las suyas de poder fumar empiezan. Tienen que recordar que los fumadores son quienes deciden cuando acabar con esta libertad de no respirar humo de los no fumadores. Que recuerden, para acabar, que como a ellos tampoco les gustaría estar escuchando gritos por las calles, siendo deslumbrados por luces o tener gente aspaventando sus brazos a su alrededor, los no fumadores no quieren (o no queremos) constantemente respirar un humo que nos parece asqueroso, desagradable e innecesario.

Solo un poco de sentido común cuando una adicción perjudica a más personas que quien la padece.

Imagen extraída de ecodiario.eleconomista

lunes, 5 de mayo de 2014

La vocación del profesor.

Llevo un tiempo dando clases particulares de repaso a alumnos de la ESO y fue a partir de cuando probé a hacer de profesor cuando verdaderamente sentí que ganaba dinero de un modo del que disfrutaba.

Antes podía haber ganado mucho dinero trabajando en fábricas, vendiendo en tiendas, haciendo sustituciones varias, como administrativo, ayudando en mudanzas... cualquier trabajo podía darme dinero, pero lo que he descubierto dando clases es que, además, me llena.

No gano una fortuna, la verdad, pero veo el esfuerzo con el que mis alumnos tratan de entender las lecciones, la voluntad que ponen y la dedicación que muestran escuchando mis palabras. Y es que no solo me limito a darles clase, a que entiendan la lección y que sepan poner en práctica sus conocimientos, no. También les ayudo a entender para qué les sirve esforzarse, les ayudo a comprender que con un poco más de esfuerzo ahora tendrán una oportunidad más de tener un futuro mejor y de poder escoger.

No me limito a darles clase, trato de incentivarlos, motivarlos, y que vean que si ponen el mismo empeño en todas las cosas, así como lo ponen para sus juegos y diversiones, las recompensas serán igual de gratificantes o mucho más, ya que el tiempo cuesta mucho y mientras se tenga es bueno aprovecharlo.

Cada vez que salgo de una clase, con mi pequeña paga, se me ensancha el corazón de pensar que les estoy enseñando más que lo que dice un texto, les enseño a comprender y valorar todo texto que puedan tener a su alcance, les invito a recapacitar sobre cada lección que aprenden, dentro y fuera de clase.

Cada vez que veo a esos chavales que no piensan para nada en los deberes, que no es que no les importe aprender, sino que no ven el por qué del estudio, que no encuentran motivación alguna para atender y comprender el material didáctico... me apena que no aprovechen todo ese potencial, ya no solo para querer ser mejor, sino por el mero hecho de que el saber y el conocimiento son armas poderosísimas para que nadie te manipule, utilice o ningunee.

Cada examen que superan es un pequeño logro. Pero que puedan llegar a entender que la autosuperación es el mayor logro que se pueda alcanzar es la meta.

Y es que aun recuerdo lo bien que me sentí cuando una de las madres de los chavales me dijo "se nota que tienes vocación". Sentí que estaba haciendo algo bueno, que ayudaba con mis conocimientos y, la verdad, disfruto compartiéndolos a cada momento.

La gente no debería dedicarse a aquello que le llena más los bolsillos, sino a aquello que le llena más el corazón (pero si te lo recompensan... ¡mucho mejor!).
Soy escritor, y profesor. Y me encanta.

imagen extraída de necesitodetodos.org