La cena estuvo bien, fuimos a un lugar del gótic y, la verdad, me sorprendí a mí mismo eligiendo. Bueno, para ser sinceros alguien me habló de ese lugar... pero fue un acierto seguir esas recomendaciones.
De primero una pequeña variedad de ensalada y embutido de la tierra y de segundo rape al horno con jugo de compota de manzana caramelizado y almendras. Delicioso, todo ello acompañado de un blanco estupendo, un Penedés que creo recordar era mezcla Macabeo (80%) y Xarel·lo (20%).
Sí, podría decirse que el lugar, acogedor, amplio, poco ruidoso, bien decorado al estilo art deco que tan de moda volvía a estar, seguramente culpa de ello tendrían las novelas de María Dueñas, era un más que acertado lugar para invitar a una mujer como Mar que, a pesar de ser un año mayor que yo, no quita que podamos sentirnos atraídos.
Bien, la comida un acierto, el lugar un acierto, yo estuve divertido y el ambiente fue propicio. Ninguna nota disonante, ningún altercado y todo fue elegancia informal y notoriedad intelectual. Me gustó.
La noche se comportó. Un clima cálido templado algo húmedo pero despejado hacía muy llevadera la noche de verano en Barcelona. Además, era luminosa, la luna que justamente empezaba a menguar seguía siendo un gran foco luminoso que acompañaba al iluminado artificial de la ciudad.
Sin embargo... algo no acabó de ir bien. En ocasiones me sentía forzado a romper unos silencios desagradables y no me veía acertado. En otras, era ella quien con preguntas amables y una sonrisa educada intentaba acomodarme la velada. Pero aun tratando de llegar a un clima más que agradable, propicio para una segunda cita... como decía, algo no acabó de funcionar.
Al despedirnos... ni un beso. Fueron dos besos, uno por mejilla, los que nos dimos para volvernos a ver en dos días en la editorial.
Todo fue genial... la conversación no fue muy fluida pero... al final... el final es el preludio de la continuación. Y si no hubo nada, nada habrá. Y he de decir que Mar, entre lo inteligente que parece, entre que conmigo estuvo mucho menos sarcástica de lo que ella suele ser y estuvo más amable, entre la elegancia de su vestir y su caminar y su madurez, hizo que se me borrara de la mente cualquier otra mujer. Quería repetir, con Mar, y que esta vez acabáramos al menos con otro preludio, con un sabor a labios, con un continuará en breve. Lo deseaba.
En la sala de la editorial no había manera. Mar siempre tenía una excusa para no quedar conmigo. Siempre estaba ocupada e, incluso, parecía evitar hablar conmigo. Como si supiera que en el momento menos esperado volvería a tratar de proponerle otra cita.
El miedo que me llegaba a paralizar hizo que finalmente me quitara la idea de la cabeza, no a ella, y continué con la pasiva y monótona normalidad con la que transcurre el magnicidio del tiempo.
Fue entonces cuando llegó eufórico Víctor:
- ¡Chaval! ¿A qué no sabes quién me ha felicitado personalmente por mi ascenso y con quién voy a tener una cita y posterior revolcón?-
- ¿Felipe?- pregunté desorientado.
- ¿Felipe? ¿Felipe? ¡Eo! Baja de las nubes Chus, que sigo siendo hetero. Hablo de Angie.-
- ¿Angie? ¿Pero a ella no le gusta Pedro?-
- ¿Qué dices? A Angie le gustan todos y yo soy el macho alfa de aquí, así que mañana me licencio. Toma nota coleguilla, a ver si se te pega algo. ¿Tú qué, sigues mustio por lo de Mar?-
Me hubiera gustado decirle que no, que estaba bien, que no tenía importancia, que sólo fue una cita... pero no podía mentir porque me mentía a mí mismo.
- Un poco, la verdad. Trato de pasar los días con normalidad, pero es verla y...-
- Es una tía como otras. Bueno, no. Mar tiene clase, es inteligente, y está tremenda. Pero hay más mares que navegar. ¡Despierta chaval! que la vida se te escapa y tú vales mucho.- Entonces hizo una pose elegante señalándome y dijo- ¡Y lo sabes!-
Eso me hizo reír.
- ¡Tienes razón! Si no es una Mar será una Montaña.-
- ¿Pero qué dices loco?-
- Montaña... Montserrat... por decir algo, era un juego de palabras.-
- Macho, pasas unas horas a solas con Mar y se te pega su ingenio. Igual debería probar yo también...-
- ¡Oye!- Empezaba a enfadarme su actitud chulesca y desafiante.
- Es broma, Te dejo a lo tuyo, voy a hablar con Felipe a ver si echamos hoy mismo o mañana a Butler y me llevo dos pájaros de un tiro.-
- Bueno, no comparto tu postura pero si eso ayuda a que todo vuelva a la normalidad, estoy contigo.-
- Así se habla, haciendo piña.-
Y se largó el doble de eufórico que vino.
Le envidiaba. Era un hombre brillante, trabajador, decidido, incluso sofisticado dentro de su... aspecto de hombre básico y pueril. Guardaba ases en la manga y con ellos acababa ganando las partidas. Pedro no me caía mal, a decir verdad amenizaba la sala con sus momentos artísticos, con sus extravagantes genialidades, pero mi fidelidad a Víctor me llevaba a aplaudir cualquier acto que llevaba a cabo, sin juzgar la intención.
Puede que todo cambie mañana... puede que mañana, sin Pedro, con Víctor junto a Angie... yo pueda encontrar mi oportunidad. Habrá que esperar, de nuevo, a mañana.
El horizonte de Jesús |
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