jueves, 15 de febrero de 2024

Japón, 2º viaje. 5º día: Gotemba (no es para tanto).

26 de diciembre del 2019. Me desperté relativamente temprano para llegar a Gotemba. Desayuné en una cafetería frente a la estación de trenes y tomé el Nikko Express hacia Utsunomiya, de allí saldría un Shinkansen hasta la estación de Tokyo donde tomaría otro tren hasta Mishima. Allí recorrería a pie un camino de unos 20 minutos hasta la siguiente estación que me llevaría finalmente a Gotemba. (Foto de abajo, cafetería).
La cafetería también era como una especie de tienda de dulces. La verdad es que había poca variedad, pero el café era delicioso. Me saltaré la parte de los trenes y de Mishima (que estuvo bien, ya que mandé desde la oficina de correos de allí una postal navideña felicitando el fin de año a familiares en España, que había escrito la noche anterior en mi habitación de Nikko). Al llegar a Gotemba, al fondo podía verse el monte Fuji con su cima completamente nevada, aunque cubierta de niebla también.
Al salir de la estación busqué un sitio para comer. Vi una hamburguesería Moss que me pareció bien, para variar. Después de comer quise hacer una excursión a los pies del Fujisan. Por el camino fui haciendo fotos a cosas que me llamaban la atención, como el siguiente coche ¿fúnebre? No sabría bien decir qué era.
O una casa de estilo oriental, con su tejado tan particular.
O una pared llena de preciosas flores.
Gotemba no es una ciudad muy... turística para el extranjero. Más bien es una ciudad de turismo nacional, con cercanía a pistas de esquí y un enorme centro comercial outlet al estilo La Roca Village o Las Rozas Village. Pero mi intención parando en esta población de 89.000 habitantes era la de hacer una pausa cerca del Fuji a medio camino de Ise. Continué mi excursión y vi que los Estados Unidos de América tenían una enorme base militar cerca del Fujisan.
Pasada la base militar, a la izquierda, decidí hacer un poco de offroad, adentrándome un poco por el campo, y vi que los militares habían ensuciado el entorno con latas de comida de supervivencia y otras cochinadas (lo irónico es que podía leerse un cartel en esa zona que la limpieza de la zona corría a cargo del ejército de los Estados Unidos de América). No estaba muy limpio.
Seguí un camino que me llevaba de vuelta a la carretera y al poco de ascender decidí dar media vuelta, viendo que el tiempo podía echárseme encima y no alcanzar ni la falda del Fujisan. Volví y me dirigí hacia el centro comercial.
De vuelta iba haciendo fotos a coches muy japoneses. Nissan, Mitsubishi...
Pasé por lugares curiosos, pero realicé pocas actividades. Recuerdo una autoescuela en la que los que estaban haciendo prácticas parecían ir a 10 km/h en un circuito. Era gracioso verlo.
Cruzada la ciudad, mostraba paisajes de campo llano por los que a la vuelta, de noche, debías ir con cuidado o podías meter el pie en las cunetas. Me tocó usar la linterna del móvil porque por la noche no se veía por dónde pisabas.
Por el camino, un pequeño santuario. Al parecer tiene algo que ver con Minamoto no Yoritomo (fundador del shogunato Kamakura y guerrero en las guerras Genpei), pero no sé muy bien qué. La zona está rodeada por campos de cultivo.
Acercándome al Outlet con el Monte Fuji de fondo.
Tras cruzar la autopista y sin muy bien saber por dónde acceder, finalmente llegué al Outlet de Gotemba, lo más pomposo.
De vuelta al hotel me paré en un McDonalds. Cené, muy agusto. Había caído la noche y allí dentro, al refugio del frío, se estaba muy bien. Pronto llegaría al hotel. Desde allí saqué una foto fuera, a una especie de plaza que habían iluminado con motivos navideños.
Me di un baño y me fui a acostar. Este era el aspecto de mi habitación de estilo tradicional.
Al día siguiente tendría que madrugar para ir a Ise. Dormiría muy a gusto en hotel en el que me hospedé. No estuve nada mal. Pero, realmente, Gotemba no sería un lugar al que repetiría si volviera a Japón (y, de hecho, en mi tercer viaje no lo repetí).

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