miércoles, 21 de febrero de 2024

2º viaje a Japón: 6º día, Ise, el santuario más sagrado del sintoísmo.

Sobre las 8 desperté y fui corriendo al salón cafetería para desayunar. Llegaba justo, todos los sitios ocupados, esperé un poco y encontré un sitio libre. Mi desayuno es lo que se puede ver en la imagen. 27 de diciembre del 2019.
Ciertamente era agradable estar en un lugar calentito mientras fuera hacía una temperatura aproximada de 2 grados. Después de desayunar salí en dirección a la estación. Tenía que subirme a un tren que me llevara de nuevo a Mishima, de allí a otra estación cercana con otro tren para subirme a un Shinkansen que me llevara a Nagoya, y en Nagoya otro tren hasta Ise (el cual cambiaba la tarifa porque pasaba por vías que no eran de JR y tenías que pagar un suplemento por ser vías de Kintetsu). En definitiva, carambolas de trenes para llegar a Ise (saliéndote de las líneas principales los accesos no son tan sencillos). En la imagen, locomotora expuesta en la estación de Gotemba.
Por cierto, de paso desmentiré algunos bulos que circulan sobre Japón: Usar el teléfono móvil en el tren. No, no está prohibido, lo que está prohibido es hablar por teléfono en voz alta, hacer ruido, etc., pero el teléfono lo puedes usar de forma respetuosa (en la imagen de abajo aparece una persona usando su teléfono móvil en el tren). Tampoco está prohibido comer o beber en el tren, es más, muchos japoneses aprovechan el trayecto en tren para hacerlo. Lo que está prohibido es dejar tu suciedad sin tirarla a su respectiva papelera de reciclaje.
Paisaje rural de Japón en alta velocidad.
Locomotora, zona del conductor.
Nagoya.
Y 5 horas después, llegué a Ise, a la estación de Futamino-ura (ya que Ise, como muchas otras ciudades, cuenta con más de una estación de tren). Lo primero que te encuentras es un gran torii de hierro blanco que te da la bienvenida a la ciudad.
Ise se sitúa al sureste de la isla principal, Honshu, de Japón. Cuenta con 124.000 habitantes y posee el santuario más sagrado del sintoismo consagrado a la diosa sol y principal Amaterasu. Otro lugar precioso de Ise es Meoto Iwa, las rocas casadas del santuario de Futamiokitama, en la costa. Saliendo de la estación, me dirigí hacia la costa para después ir a la derecha a la casa donde me hospedé (repetí alojamiento por precio y cercanía). La naturaleza te asalta en cualquier lugar de Japón.
Una vez te adentras en el barrio de Futamino-ura, ves las casas tradicionales agolparse. Es un barrio precioso, para mi gusto, muy japonés (accedes a él por un túnel peatonal).
Les encantan los coches deportivos.
La cuesta que había que subir para llegar al hospedaje. Quedaba a la derecha. Se trata de un Shukubo o casa de hospedaje de un templo budista. La palabra "shukubo" significa, literalmente, "dormir con los monjes". No, no se trata de acostarte con ellos... es pasar una noche en una de las casas tradicionales adjunta al templo budista.
Esta vez me alojé en una habitación cercana a la salida. La primera vez nos alojamos en la que era, probablemente, la última habitación de la casa, al final del pasillo, subiendo unas escaleras. La casa, al estar en la montaña y pertenecer a budistas, puede llenarse de insectos (los budistas son contrarios a matar cualquier tipo de vida). Frente a la habitación, un jardincito interior japones.
Y este era el aspecto de la habitación. La limpieza había mejorado (incluso hicieron varias reformas para hacer el hospedaje más cómodo para todos). Lógicamente, las habitaciones no cuentan con televisión, aparatos de radio, etc. ya que la vida del budismo se basa en la contemplación, relajación y templanza. Sí puede haber aparatos de aire acondicionado y calor (como era el caso).
Aunque es tradición de todas las casas y todos los alojamientos (que no sean de estilo occidental, como los hoteles), en la entrada, antes de acceder al interior, se encuentra un armario con zapatillas para descalzarte y entrar con las zapatillas, dejando la suciedad de fuera en la entrada.
La cocina y comedor, con uno de los pasillos que llevaba de la entrada a la derecha, presentaba esta vez un aspecto más limpio y recogido. La última vez vimos alguna cucaracha corriendo por la cocina (no es que nos asuste en exceso, es que da sensación de suciedad). Esta vez no vi ningún insecto (el hecho de que los inviernos son más fríos que en España tiene también que ver).
Y este era el aspecto exterior de la entrada. Como se aprecia, casa tradicional japonesa. En plena reforma.
Vista bajando de nuevo al pueblo.
También repetí restaurante para comer. Frente a un centro comercial al lado del acuario de Ise (desde fuera pueden escucharse los ruidos de un león marino o algo similar). Riquísima comida de mar. Unos 12 € aprox. con sopa de miso, arroz y vegetales.
Después de comer me dirigí caminando hacia el santuario de Ise (casi dos horas y media de trayecto). Pasé por la playa del santuario de Ryugusha, antes de Meoto Iwa. Luego fui hacia el interior.
De una máquina expendedora me saqué un botecito de café caliente. Me daría energía para seguir el largo, frío y solitario camino.
Ise me parece mi segundo lugar preferido de Japón, después de Nikko. No sabría bien explicar por qué, pero me da una paz que pocos lugares me dan. En primer lugar, Meoto Iwa (las rocas casadas), lugar en el que el océano Pacífico entra por la bahía de Ise entrando hasta Nagoya. Los amaneceres allí son épicos. Desde ahí se pueden ver pequeñas islas, Toshi-jima y hasta las puntas que forman la bahía de Mikawa. También cuenta con el santuario de Ise, enorme, en un lugar rodeado de naturaleza y enormes cedros. Prácticamente toda la costa emana una atmósfera oceánica, bucólica, con casas tradicionales y espigones. También puedes encontrarte fácilmente algún comercio o casa de las eras Taisho y Showa.
Pequeño cañaberal de bambú. Entré a correr entre las cañas haciendo el ninja. Fue divertido.
Campos en Ise.
Paso del río Isuzu, ya cerca del santuario.
El camino al santuario estaba lleno de campos de cultivos y de casas unifamiliares, pequeñas urbanizaciones...
e incluso un estadio de atletismo (al fondo de la imagen).
Siguiendo por el mismo margen del río, sin cruzar ningún puente, encontramos el Okage Yokocho, unas calles comerciales llenas de tiendas de comida, restaurantes, tiendas de regalo, heladerías, etc. donde hay mucha vida antes de llegar al santuario Ise Jingu. Es de obligado paso si se va al santuario.
Y, finalmente, después de dos horas y media de camino desde el lugar en el que comí frente a la playa, la entrada al gran santuario Ise Jingu, el más sagrado de todo el sintoísmo.
El río Isuzu bordeando el santuario.
Como se puede observar, anochecía. Ciertamente fue un viaje en el que pasé muchas horas de noche caminando. Podía aprovechar poca luz (para ello uno debía levantarse entre las 4:30 o 5. Demasiado pronto para cualquier cosa.
Y dentro de todo lo que hemos visto, finalmente el recinto más sagrado, cerrado al público, no se podían sacar fotos (hice lo que pude). Al sacar alguna foto (intentarlo) un guardia de seguridad me llamó la atención diciendo que no podía hacer fotos (de hecho, los miles de carteles eran bastante evidentes con la imagen de una cámara fotográfica dentro de una señal de prohibido).
Bajando del santuario (o ascendiendo, según el recorrido que se haya trazado) encontramos esta piedra. Al parecer se trata de una piedra que conduce al cielo y en la que, dicen, se encuentra el cielo entre sus grietas, por lo que pisarla sería como pisar el cielo. Por lo tanto, no debe pisarse la piedra. No obstante, hay que fijarse bien para poder verla. Si la encuentras, serás afortunado (google maps muestra su ubicación bastante aproximada).
Ya de noche salí del santuario (a la izquierda de la imagen se encuentran unos baños públicos muy buenos, limpios y con aseos muy modernos, fue necesaria la visita). Me dirigí no demasiado lejos a tomar el autobús que me devolvería a una estación de tren donde tomaría un tren hasta Futamino-ura.
Vista desde la parada de autobús. Hay que decir que todo se veía mucho más oscuro que lo que muestra la cámara.
Dentro del autobús dirección a la estación de Ujiyamada. De allí, al ser ferrocarriles Kintetsu (una compañía diferente a Japan Railways) se debía comprar billete y transbordar en Iseshi para subir al tren que me dejaría en Futamino-ura. Estaba tan cansado que no podía volver andando, ni de esa estación, ya que seguía siendo una hora de camino que en tren se hacía en unos 20 minutos (aunque tuve que esperar una media hora o así al siguiente tren).
Me dio para tomar un refresco de limón y ver unos kimonos.
Puede que me tomara el refresco influenciado por este anuncio (este tipo de anuncios son muy normales en Japón).
Al volver, aunque era de noche, pasé por Meoto Iwa, visita obligada, sea cual sea la hora, hay que verlo.
En la imagen de abajo, la diosa Amaterasu, diosa sol y diosa principal del panteón sintoísta.
Preciosa playa de Ise.
Al volver al Shukubo en el que me alojé, hice un par de fotos. Una a los baños renovados y otra al pasillo que conducía a la habitación donde me hospedé con mi pareja en el primer viaje.
Poco más ese día. Me había comprado algo de cena en un konbini, cené, me acosté (con la calefacción bastante buena, ya que hacía frío incluso dentro de la casa) y dormí, hasta el día siguiente. Me dirigiría a Osaka (para verla por primera vez). Descansé muy bien esa noche.

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