domingo, 16 de febrero de 2014

Esos fines de semana de sueño.

A veces escucho a personas decir que soñaron una vida mejor, más llena, perfecta. Que en sus sueños eran felices, que se entristecían al despertar porque sentían que esa felicidad se les acababa, que era irreal. Incluso yo alguna vez sentí lo mismo. Hace mucho, mucho tiempo, sentía que quería vivir en mis sueños, que eran el único lugar en el que sentir algo parecido a la felicidad, que todo parecía perfecto.

A medida que pasaba el tiempo veía a la gente quejarse, deprimirse, rendirse o amargarse. En definitiva, veía a la gente abandonar sus sueños. Ellos decían "es la sociedad quien me ha vuelto así, la sociedad me ha despojado de mis sueños".
Hubo una época en la que pensé que madurar era precisamente eso, ir despojándote o abandonando tus sueños para vivir la realidad que se te planteaba.

Tuve la suerte de que, aunque lo pensara alguna vez, jamás abandoné mis sueños. Incluso en ocasiones he tenido la osadía de perseguirlos hasta que estos se han llegado a hacer realidad. Entonces es cuando llego a pensar que la sociedad, la vida o las circunstancias te ponen a prueba para saber si eres merecedor de alcanzar tus sueños, si los persigues con el suficiente ahínco. Creo que cuando demuestras serlo finalmente eres recompensado. También pienso que aunque no seas recompensado y sientas merecerlo después de tanto esfuerzo, jamás hay que bajar los brazos ni aun quedándote manco, porque hasta que uno no gasta todos sus cartuchos jamás sabe hasta dónde puede llegar.

Esto me sirve simplemente como entrada para decir que este fin de semana ha sido maravilloso, que no he hecho cosas fantásticas ni extraordinarias, pero sí lo he pasado al lado de una persona fantástica y extraordinaria, eso es lo que lo hace especial. Esa persona hace especial cada segundo de mi existencia...

... es por eso que hace tiempo que no recuerdo ningún sueño más hermoso que la realidad que estoy viviendo.

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