martes, 5 de noviembre de 2013

La fiesta del cine, evidencia de una necesidad.

Hará unos 12 años (y antes, claro), todo el mundo iba al menos una vez al mes al cine.
En total, 12 peliculazas (o 3 peliculazas, 6 películas buenas y 3 fiascos, a repartir como se perciba) eran vistas de media por cada ciudadano de este país al año.

¿Cuántas parejas no se citaban para ir al cine antes de pasar una deliciosa velada juntos hasta ser despertados por el gallo o el ruido del tránsito? Y no hablo de hace cuarenta años, hablo de hace escasos doce años.
Recuerdo que podía escoger hasta ir con diferentes personas al cine, con amigos, con pareja, con familia, incluso solo. ¿Quién se anima ahora a gastarse entre 7 y 9 euros, en solitario, a riesgo de que la película no sea del gusto de uno? No, ese sufrimiento ahora se tiene que padecer acompañado, ya no se puede disfrutar de un bodrio en soledad, es demasiado doloroso, tanto para la mente como para el bolsillo.

Y... será casualidad... o será por sinvergonzonería, la entrada del euro ha ido desertizando las salas tan concurridas antes.

Las empresas cinematográficas (que pagan millones y millones a sus actores) se quejaban de que internet era el causante de la huida en masa de los cinéfilos, excusa perfecta para que la industria cinematográfica y demás empresas asociadas inflaran y reinflaran los precios hasta la desorbitada e inalcanzable cantidad actual. Vaya, otra fábrica de pobres que empezaba a ser lujo para ricos. Pantallazo, butaca y palomitas (mirad como no culpan a internet de que un paquete de palomitas y un refresco te cueste 7 euros. No, culpaban a que la gente traía comida y bebida de fuera... ¡Pero si hasta eso lo prohibieron! Nos obligaban a consumir allí mismo sus productos... ¡Sin bajarles los precios! Otro abuso más del que no aprenderán que si rebajan los precios, las colas no solo se formarían fuera del centro, pero... "poco seso en el cabeso", prefieren ver a 5 personas bien vestidas, serias, silenciosas y consumistas que a 150 personas felices, disfrutando de lo poco bueno que les queda después de una dura jornada laboral).

No, una vez más se vio lo equivocados que estaban los empresarios despojándonos del séptimo arte a la clase media (cada vez más rara de identificar) cuando este pasado Octubre se celebró "La fiesta del cine" y pusieron las entradas a 2'90 euros durante 3 días ENTRE SEMANA, lunes, martes y miércoles (no estamos hablando de un fin de semana). Y... adivinad qué... ¡Se triplicó la afluencia de público!
De nuevo, largas colas rodeando el cine. De nuevo, aunque los precios de las palomitas y refrescos seguían siendo abusivos, la entrada de cine te daba para darte el lujo de comprarlos. Y, de nuevo, el empresario quedó en ridículo, pues NI internet NI la competencia evitaron esos tres días de precio razonable ¡QUE SUS INGRESOS SE DUPLICARAN! (Recalco que eran 3 días entre semana).

Conclusión: si no ponen precios razonables a las entradas de cine no es porque internet les obligue a ello, es simplemente porque han decidido tener otra clase de público, más selecto, consumista y "biempudiente". Teniendo en cuenta que están destruyendo a la clase media... se han decantado por el público al que pueden aun sablear.

La fiesta del cine sirvió para hacerles un "¡Zas! en toda la boca" a todos aquellos que están marginando a la clase media para favorecer a la élite.


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