miércoles, 15 de enero de 2014

Nadie nos educó para comprar.

Está estudiado y demostrado que somos compradores compulsivos, que nos gustan los caprichos, que adoramos los placeres sensoriales y que odiamos el trabajo.

La falta de una educación para el consumo y la compra nos ha hecho ociosos y holgazanes a la hora de buscar relaciones calidad/precio.
Generalmente solemos comprar aquello que nos llama la atención en el momento en que lo hace, sin detenernos a pensar si realmente lo necesitamos. Caemos en el engaño del neuromarketing (aquella ciencia que estudia nuestros impulsos, lo que a la mayoría nos estimula los sentidos y activa nuestra mente para inundarnos con endorfinas y serotonina y lo aplica a técnicas de venta).

Lejos quedó el "nuevo", el cambiar el envoltorio para que parezca una versión 2.0 del mismo producto, el incluir un vaso de cristal fino y frágil dentro de cada pack de cerveza, el regalar piritione con el coche, el rellenar botes de champú con más vitaminas que una huerta y el hacer papiroflexia con novedosas técnicas exportadas del Origami japonés.

Estudios de mercado, de los gustos de la gente (ese simpático encuestador que en la calle te pregunta si tienes un minuto y luego te avasalla a preguntas sobre colores y relaciones con diseños y marcas), de los estímulos del cerebro, encuestas, online (que dicen que te pagarán montones de euros por rellenarlas y luego no ves un céntimo), a pie de calle (los/as chicos/as con la carpetita) están destinados únicamente con un fin, que el consumidor compre, compre y compre, aunque no lo necesite, y así llenar de billetes las arcas de las empresas.
Otra técnica es la de parecer una ONG. "Es para tu seguridad", "velamos por tu confort", "tu salud es lo primero", "porque te mereces lo mejor", "nosotros te ayudamos", "estamos contigo"... No te engañes, eres un número más.

¿Por qué nuestro país, especialmente, y la mayoría en general somos consumidores de forma tan compulsiva?
Porque nadie (o a pocos) nos educaron, prepararon y previnieron para este tipo de trampas. Juegan con sabores, olores, texturas, formas, imágenes, sonidos... para que compremos sin usar la cabeza. Ellos (las empresas) compran por nosotros.

De haber tenido una educación hacia la compra y el consumo, sabríamos que por mucho EXTRA que ponga en la etiqueta de un chorizo, no deja de ser chorizo. Que esa es otra de las cosas absurdas y sin sentido que veo. Parece que a todo lo corriente, común, genérico, se le tiene que etiquetar de EXTRA para que deje de parecer corriente, común, genérico.... Lo peor de todo es que en bastantes casos lo consiguen. Pues no, un chorizo, por muy EXTRA que sea, será un chorizo corriente. No devaluemos la palabra.

De haber sido educados para un consumo moderado y no compulsivo, sabríamos que podemos disfrutar de una cocacola una vez a la semana, dos a lo sumo (y se recomienda disfrutar de ella con moderación por los problemas de esmalte dental, gástricos, hepáticos, renales, cardíacos y de somnolencia que genera), y no andar disfrutando y gozando a diario de ella, creándonos una adicción permanente sintiendo que si no nos inyectamos cocacola en vena dejamos de ser persona.

Lo mismo ocurre con la comida. Arroz sin marca, da igual si en el SOS aparece la Carme Ruscalleda y sus estrellas michelín, por mucha imagen que dé... ¡Es arroz, por Dios, no caviar de huevas de esturión noruego! Te va a saber igual un marca blanca que un Royal Extra Deluxe SOS La Fayera 2.0.

Hubo una época, a mediados de la primera década del segundo milenio de nuestra era (vaya, 2005 aprox.), en la que parecía que si no tenías pantalla plana, lector de DVD y sistema dolby sorround 5.1 envolvente no eras nadie. Yo he vivido sin DVD, sin pantalla plana y sin más altavoces que dos y un subwoofer.

Pereza para la cocina... ¡Vayamos al Dios McDonalds, al gran rey Burguer King, o llamemos ipso facto al Telepizza mientras nos machacamos los hígados por 20 euros viendo el fútbol por el plus!
Y el fútbol es otra... pagar de media por entrada al estadio 60 euros por hora y media de fútbol... ¿Es para ver fútbol o para conocer a premios nobel de ciencia, letras y paz? Ah, no... fútbol, para ver a esos ilustres "sí... ehhh... el rival... sí, todos los rivales son difíciles... no hay ehhhhh rival pequeño", "ehhhhh ¿el partido? ehhh sí... claro ehhhh... estuvo difícil, los dos queríamos la victoria ehhhhh así que ehhhh... al final ganó el que luchó más" (para Mourinho impensable, siempre ganaba él o sino el que era más ayudado por los árbitros)...

Consejo. Antes de comprar, pensar. Si se ha salido a la calle a pasear y no a comprar, NO COMPRAR. En la compra/venta existe cada día millones de oportunidades únicas. Si la dejas escapar un día, al día siguiente seguirá estando ahí.


2 comentarios:

  1. NADIE NOS ENSEÑÓ A PENSAR y confiamos en lo que nos ofrecen ,ponemos nuestros deseos y frustraciones en aplicaciones,adquisiciones que nos ayudan a no ver ,a no distinguir nuestras carencias .Somos dóciles rebaños conducidos a la ciencia de ser simplemente conducidos,es decir, manipulados.
    UN SALUDO

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    1. Sí, de pequeños mamamos el "o blanco o negro"... con la de tonos grises que existen.

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