Por fin crucé al oeste de Madrid y me topé con la tierra milenaria, con la cuna de Santa Teresa de Jesús (Ávila) y de San Juan de la Cruz (Fontiveros).
Extenso terreno de contemplación y trabajo, de ora et labora, de pequeños pueblos interconectados por caminos y carreteras y anchos campos de siembra que te hacen perder la mirada sin encontrar una sola montaña (quizá alguna lejana sí).
Y para empezar:
Ávila.
Ciudad enmurallada que vio el paso de romanos, visigodos, musulmanes y finalmente castellanos. Sus murallas de estilo románico datan del siglo XII al XIV.
Puerta principal de Ávila. |
Debajo, la catedral del Salvador, construida entre el siglo XI y el XV. Su ábside forma parte de la muralla.
Ábside de la Catedral del Salvador. |
Y la Basílica de San Vicente, extra muros, de los siglos XII y XIV. Una de las piezas más bellas y simbólicas, junto a la muralla y la Catedral, de la ciudad.
Collado de Contreras.
De unos 240 habitantes, no es solo un pueblo, es un centro de vida, es un lugar de reunión y paz, un lugar de trabajo y calma, contemplación y redención, de culto y de mayúsculo esplendor.
Al poco de llegar, alguien ya me hizo conocer su preocupación por el posible plebiscito que se celebrará para decidir si se quiere que Catalunya sea un Estado independiente, pero el resto de habitantes preferían no polemizar sobre esos asuntos, al menos mientras durase mi visita.
La verdad es que sus gentes son personas amables, alegres y vitales. Estando allí durante cuatro días apenas no oí ningún achaque, y todo parecía funcionar con la precisión de un reloj suizo.
Los campos, sembrados, el ganado alimentado, dos tiendas (no me quedó muy claro dónde situadas) y dos bares, mantienen el trabajo y ocio de los pobladores bien colmado.
La mayor parte de la juventud del pueblo, no obstante, se ha decantado por estudiar carreras universitarias o buscar trabajo en grandes ciudades, cercanas, como Valladolid, Zamora, Salamanca o Madrid, o más distantes, como Barcelona (agradecido estoy porque una de sus jóvenes mozas [la más hermosa] haya acabado por mi tierra).
La iglesia situada a uno de los extremos del pueblo es el núcleo de la actividad espiritual del lugar, donde un sacerdote actualiza la iglesia a nuestros tiempos, pasando power points para acercar la fe cristiana a los más jóvenes.
A continuación, imagen de la Calle Larga con la Iglesia al fondo.
Y lo que más me gustó fue poder compartir esos cuatro días con su gente, incluso trabajando en sus tierras (si bien pude una mañana echar una mano a la familia de mi novia colocando tubos para el riego del campo... en la medida que me fue posible).
Pues eso, que más que un pueblo, es un centro de vida. Es un lugar, con Fontiveros, Fuente el Sauz, Arévalo (capital de comarca, con casi 8.000 habitantes, el pueblo más grande de Ávila) o la misma Ávila (59.000 habitantes), que merece ser visitado.
Ovejitas de Juan Carlos |
La llanura de la zona permitía ver terreno a kilómetros de distancia sin que la vista fuera obstaculizada por ningún accidente orográfico.
Una de las calles de acceso al pueblo desde el campo (o de salida al campo).
Gracias a todos los habitantes de Collado de Contreras y Fuente el Sauz por haberme hecho ver que un pueblo no son solo 4 calles, unos campos y animalicos pastando, sino que son un grupo de almas y corazones que engrandecen la tierra por chica que parezca.
Con todo mi aprecio, Diego García "el catalán".
me gusta, me ha emocionado
ResponderEliminarMuchas gracias. La verdad es que yo mismo me emocionaba a medida que iba escribiendo y recordaba las sensaciones vividas.
EliminarVas ha ruborizar a toda la Moraña
ResponderEliminarSolo doy a La Moraña lo que La Moraña me ha dado a mí. Y aun quedo en deuda.
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