viernes, 30 de agosto de 2013

Hacia rutas salvajes 2. La jungla de cemento y asfalto.

Hoy la ruta que hice fue por Barcelona, el trayecto que va desde Plaça Espanya hasta el centro comercial La Maquinista.
En total 10'7 Km. que a pie se hace en, según Google Maps, 2 horas y 10 minutos. (Doy fe que parándote a sacar fotos, comprando un Powerade para seguir tirando y demás, se tarda un rato más en llegar).


El parque de Joan Miró ha sido mi punto de partida. Es uno de los parques que quedan repartidos por la ciudad. Desgraciadamente no cuenta con tantos parques como cabría desear para una ciudad con las dimensiones y hermosura de Barcelona. La sierra de Collserola, el mar Mediterráneo y los ríos Llobregat y Besós hacen que la ciudad tenga que aprovechar al máximo su suelo para expandirse, ya que geográficamente está muy limitada.


Me gustó el mensaje de este grafiti en un párquing de la calle Diputació, aunque yo matizaría "La belleza NO SOLO es tu cuerpo!"


Chaflán que deja una esquina angulosa al descubierto. Esos espacios estrechos entre edificios me encantan.


El Hotel Calderón, totalmente setentero (del 1973).


Vista de Plaça Catalunya, desde Passeig de Gràcia.


No podía faltar la manzana de la discordia, en Passeig de Gràcia. En ella cinco grandes arquitectos proyectaron grandes casas señoriales: la Casa Mulleras de Enric Sagnier, la Casa Bonet de Marcel·lià Coquillat, pero, especialmente, la Casa Lleó Morera de Lluís Domènech y Montaner, la Casa Atmetller de Josep Puig i Cadafalch y la Casa Batlló de Antoni Gaudí, quienes por su rivalidad profesional acabó conocíendose a esta isla de casas la Manzana de la discordia. 
En la foto, la Casa Atmetller a la izquierda, la Casa batlló a la derecha. Me fue imposible fotografiar la de Domènec y Montaner, ya que queda en la otra esquina. 


Carrer d'Aragò... me encanta ir y venir por esa calle por lo que significa para mí.


En Passeig de Gràcia, fachada de la Escuela de Estudios Superiores y Universitarios Formatic Barna.


Banc-Fanal (banco-farola) 1906 del arquitecto Pere Falqués i Urpí, a menudo atribuídas erróneamente al arquitecto Antoni Gaudí por el uso del "trencadís", estilo de ruptura de cerámica decorativo con el que pueden hacerse mosáicos.


Casa Milà o más comúnmente conocida Pedrera, obra más conocida de Antoni Gaudí después de su Sagrada Familia.


Obelisco en la glorieta que une Passeig de Gràcia con Avinguda Diagonal. A la derecha queda el edificio del bufete de abogados Cuatrecasas, el segundo más importante en facturación de España tras Garrigues. (Pero no demasiado inteligentes, han dejado escapar alguien que será un peso pesado en la abogacía).


Interior de la Casa Fuster (1908/1910) de Domènech i Montaner, remodelado para albergar un hotel de lujo en la cima del Passeig de Gràcia.


Esa cristalera del Carrer Gran de Gràcia me encanta.


Fuente del 1845 en Travessera de Gràcia.


Calle común del barrio de Gràcia, uno de los barrios con más diversidad de gentes y ocio de toda Barcelona, adorado por los alternativos.


Mercado de Gràcia, en la Travessera.


Seguimos en la Travessera, Passeig de Sant Joan, desde arriba.


Me gustaron los jardines de estas casas.


Me encantan las oquedades que dejan los edificios de fachadas pintorescas. Detalle de la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad Ramón Llull. En Travessera de Gràcia y Padilla.


Hospital de Sant Pau, proyectado por Lluís Domènech i Montaner, coronando la Avinguda Gaudí. Este complejo consta de 13 edificios proyectados por él y otros séis de estilo modernista moderado proyectados por su hijo Pere Domènech i Roura. Una joyita. Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en el año 1997.


Detalle de la entrada de la capilla del Hospital de Sant Pau.


Jardines en la calle Sant Antoni María Claret.


Detalle de la fuerte industrialización que existía en la zona. Ya desaparecida o transformada. Calle Trinxant.


Casitas con jardines en C/ Sant Antoni María Claret, cruce con Espronceda.


Más casitas con jardín en la misma calle, al fondo, la Meridiana.


La Avinguda Meridiana, antigua vía romana que llegaba a Barcino, la ciudad romana de Barcelona. Una de las más largas y anchas de Barcelona, enlaza con la Autopista de la Mediterránia. Vista en dirección a la Plaça de les Glòries.


La Avinguda Meridiana, vista hacia la parte superior.


El Hipercor de mal lograda fama de la Avinguda Meridiana. En 1987 sufrió un atentado bomba perpetrado por la banda terrorista ETA en el que murieron 21 personas y 45 fueron heridas.


Estación de Sant Andreu Arenal.


Bonito edificio en venta (si me toca los Euromillones...) en la Rambla Fabra i Puig.


Bonita calle del barrio de Sant Andreu. Carrer del Llenguadoc.


Otra bonita calle con árboles de Sant Andreu, cruzando la calle Llenguadoc.


Tiendas en pequeñas casas del Carrer Gran de Sant Andreu, una calle estrecha muy comercial en el corazón del barrio.


Delicioso paisaje decadentista ruinoso que tanto me gusta. Mirando entre las verjas en Carrer Gran de Sant Andreu.


Una de las esquinas decoradas con "trencadís" de cerámica.


Otra esquinita de la misma calle.


Esquina-cruce con encanto entre el Carrer Gran de Sant Andreu y Carrer Pons i Gallarza. A la izquierda el restaurante cafetería Versalles, con toque de principios del siglo XX.


Esquina de calles peatonales en Sant Andreu. Por la izquierda se accede a la Plaça d'Orfila.


Esquina de la Basílica de en frente de la Plaça d'Orfila... desde ese ángulo no pude tomarla bien.


Jardines interiores al lado de la estación de trenes de Sant Andreu Comtal.


Estación de trenes de Sant Andreu Comtal.


Más vistas de los jardines...


Gato gris y blanco caminando por Carrer de Sant Adrià.


Vista del barrio de Sant Andreu desde el puente vial del Carrer de Sant Adrià 


Parque de la Maquinista de Sant Andreu.


Destino final. Centro Comercial La Maquinista, Sant Andreu (Barcelona). 10'7 Km. Tiempo... no calculado.

miércoles, 28 de agosto de 2013

Aprende inglés gratis, cómodamente y rápido.

¿Cómo? Sencillo.

1.- Ver películas o series en versión original. Sí, es complicado de narices y se suele no pillar ni papa (no vamos a ir de sobrados por la vida, eso se lo dejamos a los pseudos), por lo que se recomienda primeramente empezar por verlas subtituladas. Mi recomendación es verlas subtituladas en inglés, no en español, y las dudas que se tengan ir al típico diccionario/traductor para despejarnos dudas (ojo, si la duda es sobre una frase entera, el traductor puede hacer un gran estropicio, es mejor consultar palabras sueltas y tratar de descifrar su significado por contexto).

Si el subtitulado en inglés te queda también pesado, usa el español (se trata de disfrutar, no de sufrir). Lo importante con esto es que tu nivel de "listening" aumentará, serás capaz de captar las palabras y en suma la lengua extranjera con mayor fluidez. Mi recomendación es que pronto te pases a los subtítulos en inglés, leer inglés mientras se escucha agudiza mucho más el oído. (Si eres un máquina, directamente escuchar en inglés y arreando).

2.- Existen montones de cursos online gratuitos a los que puedes acceder para perfeccionar tu inglés.
Si te da pereza surcar la basta red, te cuelgo un link que te será de mucha utilidad, pues consta primero de un test de 45 preguntas para evaluar tu nivel y luego te sugiere un curso, básico, intermedio o avanzado.
La web es la siguiente:
http://www.curso-ingles.com/
Recomendable. El nivel avanzado te ayuda con errores que solemos cometer con el pasado perifrástico.

Un curso más rápido y sencillo es el de la Goodwill Comunity Foundation International (que no os engañe, mucho nombre para tan poco nivel). El nivel avanzado consta de 8 simples lecciones rápidas. Es muy útil si quieres tener unas nociones medianamente buenas a muy corto plazo. Si estás empezando te servirá.
http://gcfaprendelibre.org/ingles/index.do?gclid=CKXJreLMoLkCFQ_LtAodfQwAaQ

3.- Ponte a buscar en tu TV digital el canal Vaughan, sí, ese que cae por el sesenta y tantos y que tantas veces has pasado de largo por no poner imágenes.
Richard Vaughan, aparte de tratar de venderte sus libros, te enseña inglés mientras concede entrevistas, hace críticas de películas, libros, te habla de la vida en los países anglófonos y, a pesar de ser estadounidense (nada menos que de Texas), tiene un acento bastante neutro y fácil de entender. No le odiéis porque piense que España es un país de charanga y pandereta... yo también lo pienso.

4.- Escucha canciones en inglés, busca las líricas y además de poderlas cantar, aprenderás lo que dicen. The sun shines on the bedroom when we plaaaay, and the raining allways starts when you go awayyyyy.

5.- Toma Earl Grey con leche y limón a las cinco mientras te ríes con Mr. Bean, tomas unas galletitas saladas y paseas a tu Yorkshire o a tu Bulldog con un monóculo y un bombín. Quizá algo se pegue...

¡Buena suerte!

lunes, 26 de agosto de 2013

Duelo tras ruptura sentimental.

He querido escribir sobre ello porque una vez me vi en la situación y me reconfortó bastante saber que lo que sentía era muy normal y que había más gente que se sentía así tras una ruptura sentimental.

Cuando una relación fuerte con otra persona se acaba, suelen aparecer diversas sensaciones y sentimientos que acompañan a un estado de ánimo depresivo. El tiempo en que se suceden esos diversos estados anímicos se conoce como el tiempo de duelo por una ruptura sentimental.

La psicóloga Isabel, S. Larraburu divide este periodo en 7 etapas.

1.- Impacto (shock): Es la primera reacción. Paralización, desorientación e incredulidad. Pierdes el apetito, te cuesta conciliar el sueño y sueles tener pesadillas. En ocasiones puede venir acompañada por vértigo, crisis de ansiedad, nerviosismo o pánico, hiperventilación y/o cansancio extremo. Sintomas ligados a un estado de shock.
Suele durar de un día a una semana.

2.- Negación: Es el estado en el que la persona se niega a aceptar que la relación haya acabado. Hay gente que permanece estancada en este estado con la esperanza de que la relación vuelva a ser como al principio.

3.- Pena y depresión: Sensación de vacío, de que te falta gran parte de ti, que no estás completo/a. Esta sensación empuja a muchos a tomar atajos para tratar de dejar de sentirla, como encontrar otra pareja sin haber curado la herida dejada tras la anterior relación, escudarse en promiscuidad sexual, alcohol, drogas, o cualquier otra práctica que puede poner en peligro su salud o incluso su vida.
Tampoco se trata de practicar el celibato ni volverse abstemio, pero sí que hay que tener muy en cuenta que en este estado de depresión los excesos pueden pagarse más caros. Hay que tener especial cuidado.
Si uno se ve estancado en este estado durante demasiado tiempo en este estado es aconsejable que acuda a un profesional que le ayude a salir de él.
Hablarlo, estar con la familia y amigos y exteriorizar tus sentimientos y sensaciones también ayuda a exteriorizar el dolor, no estancarlo e ir aplacándolo poco a poco.

4.- Culpa. Un gran error que tendemos a cometer todos. Nos frustramos por no conseguir los proyectos en común y tratamos de buscar culpables. Primero culpamos a nuestra expareja, parece lo más sencillo. Luego, nos culpamos a nosotros mismos, y es cuando nuestra autoestima cae y nos sentimos afligidos, compungidos e incapaces de pensar en tener otra relación. Nos aterra la idea.
Simplemente no hay que pensar en encontrar otra pareja, sino pensar en estar bien, en trabajar poco a poco para que cada día se sienta menos dolor que el anterior, sin aterrarse por una pequeña recaída (el día siguiente puede ser mejor que el anterior).
Hay que saber perdonarse.

5.- Rabia. Es muy normal sentir rabia al no haber podido concluir un proyecto, como una relación en pareja. No hay que sentirse culpable por sentir rabia, es una forma de superar la culpa.
La rabia nos lleva al nerviosismo y este, llevado positivamente, nos ayuda a trabajar y esforzarnos en superar el dolor. Con rabia nos levantamos cada día y nos decimos "hoy voy a mejorar, hoy voy a salir a correr, a escribir, a decirle al mundo que estoy aquí". La rabia nos empuja a mejorar, aunque sea en un impulso de bana vanidad para demostrar a nuestra expareja (donde quiera que esté) que ha perdido a un/a nº1. (Luego ya estás contento con ser un número siete, nueve o cuatrocientos veintiséis, pero esa rabia es la que te ayuda a mejorar y no sentirte el último mono de la fila).
Por contra, hay gente que se estanca en la rabia negativa, en la ira destructiva hacia su expareja y la persigue con fines vengativos, con insultos, etc.
Eso es totalmente contraproducente. En tu vida, quien importa eres tú, y da igual si tu expareja está feliz o triste, contenta o llorando, lo que importa es que tú estés bien, feliz y hayas dejado de llorar.
Lo que tiene que enorgullecerte es ver que tú mismo/a puedes salir adelante sin que tu expareja colapse tus pensamientos. Te mimes, te quieras y demuestres así que lo estás superando.
Este estado puede sentirse muy al principio o muy tardíamente, dependiendo de la persona.

6.- Resignación. El adiós. Cuando ya se ha superado los anteriores estados, ya se ha alcanzado una calma constante y empiezas a ver que tu vida sigue su camino, hay que concienciarse del adiós, del desapego, de redirigir tus proyectos, energías y pensamientos y centrarlos en ti. Es cuando haces acopio de fuerzas y definitivamente le dices adiós, aunque sea de forma significativa, interiorizada. Aun estando solo/a, sonríes y dices "ha sido bonito, a pesar de que no pudo ser. No te culpo por nada, ni me siento culpable. Así que eso fue todo, hasta aquí. Te deseo tanta suerte como espero tener yo. Aquí vuelve a empezar mi vida sin ti. Adiós".
Parece mentira, pero una vez despidiéndonos de nuestra expareja, aun siendo a modo simbólico, nos reafirmamos, volvemos a sentirnos llenos de nosotros mismos y estamos ya preparados para el paso final.

7.- Reconstrucción. El periodo en el que los días felices superan a los tristes. El periodo en el cual uno redirige sus necesidades y su atención hacia sí mismo. Y es como el volver a caminar después de haberse roto una pierna, simplemente un paso delante del otro, poco a poco, volviendo a recobrar la fortaleza y la seguridad en sí mismo. Volviendo a creer en uno mismo.

Existen varios obstáculos que impiden superar la ruptura según explica el psicólogo Stephen Gullo.

La dependencia. Negación a la aceptación de la ruptura tanto en modo emocional, físico o mental.
Puede venir en forma de:
Obsesión. Llamadas constantes para saber qué hace, dónde va, con quién está, su estado en facebook, a ver si sufre tanto como yo, control de salidas y llegadas a casa, mandar mails constantemente, imaginar que practica sexo con otras personas, escuchar canciones que te recuerden a momentos con tu expareja, leer escritos suyos... Lo mejor es tratar de hacer actividades que requieran tu atención y abandonar la atención hacia tu expareja. Esos pensamientos se irán con el tiempo.
La venganza. Tan inútil como burda. Tratar mal a una siguiente pareja por despecho, exhibirse con otra persona por donde tu expareja pueda verte, y otras tantas acciones absurdas solo llevan a generar más dolor y odio envolviendo a más personas. No vas a sentirte mejor por hacer esas cosas, solo llevará a sentirte más culpable por tales actos (o a que mayor número de personas te desprecien).
Hay que saber superar ese ansia por el dolor del rechazo o se generará más y mayor rechazo.
Exageración. ¿Quién no ha pensado "no hay derecho, yo aquí hecho un mar de lágrimas mientras fijo que mi expareja está pegándose unos fiestones de aupa"? Es muy común (tanto como erróneo) pensar que la otra persona es feliz, se lo está pasando en grande y está en la cima o se siente en ella mientras nosotros estamos hundidos. Como dije antes, es totalmente erróneo pensar eso. Una ruptura afecta a las dos partes. Ambas partes sentirán dolor, pena, tristeza y pesar, pero hay que ir superando ese dolor y el tiempo, con nuestra voluntad para seguir adelante, es la clave.

Las nuevas ataduras: llenar tu vida con exceso de actividades frenéticas (siendo incapaces de poder disfrutar de la lectura de un libro o tener tiempo para la autorreflexión). Buscar relaciones efímeras, solo sirven para tapar el dolor y perder el gusto real por estar con una persona, banalizando el amor. El dolor a la larga volverá a salir, porque el dolor no se supera tapándolo, sino haciéndole frente. Una vez superado se es totalmente capaz de tomar decisiones más acertadas.
Hay que recordar que el sufrimiento puede ser constructivo. El desafío consistiría en funcionar de la mejor manera posible mientras la tristeza prosigue su curso hasta que termina. Lo más destructivo, en realidad, es huir del dolor.

El fenómeno de la mariposa en llamas. Es lo más doloroso que se puede hacer cuando se está en las etapas de duelo tras una ruptura. Es la conducta zigzagueante de acercamiento excesivo y alejamiento a la expareja. Como una mariposa que se ve atraída por una llama, nos acercamos hasta que el rechazo vuelve a hacernos daño como las quemaduras que recibe la mariposa. Sin haber curado esas heridas, tratamos de volver a acercarnos con llamadas, mensajes, regalos, que no hacen más que surtir el efecto contrario al deseado, un rechazo mayor que quema mucho más, nos sentimos más heridos y no hace más que hacer disminuir en cada momento nuestra autoestima hasta sentirnos un mero títere sin voluntad.

Los excesos. Conducta compulsiva de huida del dolor mediante el exceso. El alcohol, las drogas... puede parecer que en principio te alivian, palían el dolor... pero ni de lejos es así.
No solo no calman el dolor, sino que te generan una dependencia que pueden arrastrarte a gastar cantidades desorbitadas de dinero, verte sumido en mayores y numerosos problemas y alcanzar un grado de desesperación y pérdida total. Lo peor que puedes hacerte es abandonarte, porque eres la pieza clave para alcanzar la verdadera felicidad. Y los excesos te separan hasta de ti mismo. Nunca lo has perdido todo hasta que te pierdes a ti mismo.

La elección de pareja por comparación. A menudo se intenta buscar otra persona lo más parecido a nuestra anterior pareja, esto solo es señal de que el dolor no se ha superado. Si por el contrario rechazamos cualquier persona que por algún aspecto nos recuerde en lo mínimo a nuestra anterior pareja, es del mismo modo síntoma de que no ha sanado la herida.

Para acabar, cabe recordar que el fin de algo es el inicio de otra cosa. Tememos esa otra cosa por desconocerla, siempre pensamos que va a ser peor, pero... ¿cómo va a ser peor si estábamos sumidos en un dolor que ni nos permitía avanzar ni ser nosotros mismos? Con recuperarnos a nosotros mismos ya ganamos, todo lo demás dependerá de lo que queramos y lo que no queramos.
Se dice que de un gran sufrimiento reside el mayor bien. En mi caso lo afirmo. Pero no hay que impacientarse ni quererlo ver todo desde un principio con claridad absoluta. Todo requiere su tiempo.

En cuanto al tiempo, es mejor no hacerle caso, ni cronometrar el tiempo que se pasa estando mal, ni calcular lo que queda para superarlo. Todos necesitamos un tiempo, algunos menos, otros más, pero tenemos que darnos tiempo a nosotros mismos para que nuestras heridas sanen.
Lo dicho, estar un tiempo mal, triste, llorar, estar decaído, desanimado... es normal, no tenemos que sentirnos culpables por no poder ofrecer al mundo una sonrisa. Lo que sí estamos obligados a hacer es esforzarnos por que cada día sintamos menos dolor, para que la semana siguiente los días buenos superen a los malos, para que haya un día en que dejemos de contarlos.

Exteriorizar el dolor es bueno, así como compartirlo con tu gente cercana. Te hace ver que es normal sentirlo, aplaca la desesperación y se va disipando.

Es bueno escribir en una libreta como te sientes. Al final, cuando vuelves a leer lo escrito, te das cuenta de lo mal que estabas al principio y de que evolucionas, que ya no sientes nada de lo que sentías entonces, y te sientes aliviado/a.

Por lo demás, no desesperes, date tiempo, dale tiempo al tiempo, rodéate de lo que te haga sentir bien, de tus películas, de tus deseos de la infancia y juventud, de tu música, tus amistades, tu familia, pasea, da largos paseos y observa como el mundo sigue girando. Siéntete una pieza más del engranaje del mundo. E inspírate en él para que tú también sigas girando.

Transforma el dolor en energía, y busca una rutina positiva. Haz ejercicio, cuídate, cultiva tanto tu exterior como tu interior y quiérete cada día un poco más.
Amar el mundo empieza por amarse a uno mismo, pues el mundo no es más que una proyección de nosotros mismos.

Hacia rutas salvajes.

Uno olvida lo reconfortante y placentero que es sentirse envuelto de naturaleza cuando pasa demasiado tiempo encerrado en una jungla de asfalto y piedra, cristal y dióxido de carbono, plomo y agua extremadamente clorificada...

Este fin de semana sentí su llamada, la llamada de la naturaleza, y tuve que ir a sentirme vivo de nuevo envolviéndome en ella, sintiendo el viento acariciar mi rostro mientras olores que hacía años que no olía volvían a mí como una bofetada de Mnemosine.


Entonces me dispuse a seguir una ruta que hacía entre los 13 y los 17 años y que hacía mucho, mucho tiempo había dejado de hacer. Llegar hasta las baterías antiaéreas de Sant Feliu de Guíxols. (En la primera foto, al fondo del todo).


Tenía que subir pequeñas montañitas, las subía hasta la cima. Quería ir lo más en línea recta posible, para no rodear, para gozar de subir y bajar montañitas que, aunque fuera con mi mano derecha escayolada, no me importaba, me bastaba con mi mano izquierda y mis dos pies.

La vegetación era siempre constante y, a pesar de haber muchas hierbas y arbustos secos por ser verano, el verde de las encinas y los pinos se dejaba ver por todos lados. El camino está acompañado entero por estos guardianes verdes.



Al otro lado de la primera montañita podía verse como la vegetación es más frondosa en su cara norte, donde queda estancada más humedad por recibir de forma menos directa los rayos de sol. El sol quedaba a mi espalda, mientras continuaba mi camino me giré alguna vez para tomar alguna foto desde abajo del camino.

El sol con su luz y calor quiso estar presente en aquellos paisajes.

Arriba de la segunda montaña aun parecían bastante lejanas las baterías, que se divisaban al fondo como una fortaleza natural, a la espera de ser coronada.















La más costosa de bajar fue la segunda montaña, que mezclaba bajadas duras por rocas con vegetación abundante. Se tenía que ir con cuidado por dónde poner los pies por si pisabas un hueco.
Una caída podía romperte una costilla, y no sería el peor de los casos.














De pronto mis sentidos se despertaron. Hasta entonces parecían aletargados. Y pude comprobar con asombro que podía sentir el olor a moras de unas zarzas que quedaban cerca.














No fue el único olor que sentí. El de los higos de estas higueras también era fácilmente detectable.
Así que me aprovisioné con unas cuantas moras y continué mi camino como si fuera propiamente Christopher Johnson Macandless hacia rutas salvajes.















En ocasiones el camino se hacía tan impracticable que tenía que rodear lugares. Ahí, precisamente, detrás de todas esas zarzas, enredaderas y arbustos, había un pozo y una pequeña torre que sería de la época de la guerra civil. En ruinas.














Por aquí sorteaba los matorrales que no me permitían el paso, a la izquierda, y pasando por debajo de esa encina volvía de nuevo al camino.
Esta es la zona más vegetada y salvaje de todo el camino, donde hay higueras, zarzas con moras y un mar verde que inunda el alma de vida.














Un cañaveral quedaba al final de los matorrales, a la izquierda del camino.
Me encantaba ver tanta vegetación, me encantaba sentirme en un paisaje en el que la mano del hombre hace poca aparición. Me sentía más vivo, más cercano a lo natural.















A lo largo del camino se van viendo piedras amontonadas en forma de pequeños muros, en las faldas de las montañas, escalonándolas.
Son muros hechos entre el 1936 y el 39.

Este especialmente, al tener la mano derecha escayolada, me fue imposible de subir, así que opté por
subir por otro camino alternativo.


















Subí por la ladera de estas rocas.
No me costó demasiado.
Ya estaba subiendo la última montaña.















Ya había recorrido todo ese camino.














Y esta era una de las montañas que pasé por su pie. La zona de abajo era la frondosamente vegetada, era más hermoso ladearla.














Detrás de la zona más árida de la última montaña asoma la fortaleza, a la espera de mi llegada.

Ya la tenía a la vista, solo me faltaba sortear el último escollo.
Ese estrecho paso que separa la montaña de las baterías antiaéreas (bueno, sus ruinas).
Existe otro paso, más llano, pero...













...se tenía que rodear la montaña y era más indirecto... aparte de eso ¿quién quiere hacer fácil lo que se disfruta siendo difícil?


Aquí se puede comprobar lo estrecho del paso.













Pero merece la pena llegar y gozar de estas vistas a la bahía de Sant Feliu de Guíxols.

A la vuelta el sol me mostraba otro aspecto más luminoso de la vegetación, con árboles que hacían arcos y que merecían ser fotografiados.














Y por fin, la última planicie antes del regreso a casa, un campo de pinos e hinojos muy aromático y colorido.















Fin de la ruta salvaje 1.