martes, 2 de febrero de 2010

Alcohol y subconsciente:

Freud habló de la hipnosis, los sueños, la libre asociación de ideas y los lapsus lingua como herramientas para llegar al subconsciente humano. Sin embargo obvió uno tan básico como peligroso, el alcohol.

El alcohol nos animaliza, despierta nuestros instintos básicos y nos deshumaniza, nublándonos la capacidad de raciocinio (aquella que para Aristóteles nos hacía distintos de los demás aniamles "'O andros esti zoon politicon" - "El ser humano es un animal racional") y haciendo incrementar nuestro instinto, sintiendo mayor necesidad por saciar nuestros instintos básicos, puesto que la razón, la consciencia, ha quedado relevada a un segundo plano y le cuesta detener los impulsos primitivos.

Pero dejando de lado los efectos del alcohol sobre la conciencia, formulemos la teoría sobre el alcohol en la subconsciencia.

El ser humano guarda en pequeñas memorias todo lo vivido durante el día y, por la noche, el cerebro se encarga de ordenar toda la información que esas memorias han ido compilando para ordenarlas, deshechar aquello que no sea importante y almacenar lo que sí lo es.
Por ello importante es el dormir bien.
La mente, mientras está trabajando ordenando la información adquirida, nos relaja y nos pasa una película (un sueño), mientras trabaja.

Cuando bebemos, nos cuesta horrores llegar a tener un sueño profundo. Llegamos a la fase REM (Rapid Eyes Movement), pero el alcanzar el sueño profundo es como subir una escalera. Uno tiene que estar completamente relajado para llegar al final de ella y completar el reposo. Esto no ocurre cuando se está ebrio, pues nos cuesta llegar al final y solemos quedarnos en medio, siendo más fácil despertarnos y descansando mucho menos, de hecho casi ni descansamos.

Parte de los síntomas de la resaca alcohólica se deben a no haber descansado como se debiera (aunque sabemos que los dolores de cabeza se deben a que las arterias vuelven a contraerse una vez han pasado los efectos del alcohol y a la sangre le cuesta pasar tan fluida como lo hacía horas antes).

En esa fase de no descanso nocturno por causas del alcohol, el cerebro no puede relajarse y no puede procesar la información como es debido. Es por eso, seguramente, que al día siguiente nos cuesta tanto llegar a recordar qué hicimos el día anterior.
Del mismo modo, el subconsciente queda tocado y no es capaz de generarnos un sueño profundo, así que se limita a pasarnos mezclas de los recuerdos que no es capaz de analizar y ordenar como si fuera una película, por eso nos da la sensación de haber tenido un sueño muy real o de parecer no haber dormido.

miércoles, 27 de enero de 2010

Mente sencilla/mente compleja:

El otro día, yendo en el tren que va de Portbou a Barcelona, estuve pensando en una teoría acerca de las mentalidades de mucha gente y pude reducirlas drásticamente en dos grupos.

Estos dos grupos son: las mentes sencillas y las mentes complejas.

Las mentes sencillas son aquellas que son capaces de disfrutar plenamente la vida como les viene, las del "carpe diem", las que viven día a día, sin lanzar la vista a un lejano futuro ni girarse para contemplar un pasado, glorioso o no. Saben gozar de un amor puramente pasional sin más necesidad que el goce por el goce y el saciar sus instintos básicos.

Las mentes complejas serían aquellas que no pueden tomar la vida como les viene sin entretejer un mundo racional e inteligible que puedan comprender y, si cabe, idealizar. Son aquellas a las que les cuesta aceptar generalmente la realidad y viven elaborando constantemente proyectos de futuro y lamentándose por que siempre hubieron mejores tiempos. Estos, aunque intenten disfrutar de un amor pasional, no son capaces, y acaban tratando de conocer a la otra persona, su mundo, su entorno, para intentar ver si encaja en el mundo artificial que su mente ha creado. Suelen llevarse grandes desengaños.

Los primeros se comprenderían en el grupo de personas con físico de formas redondeadas según la teoría de Pinnick: vitales, sencillos y gozosos de la vida. Muy sociables. Generalmente alegres y amables. Los encajaba en el físico/caracter de los hombres y mujeres del mediterraneo.

Los segundos entrarían en el grupo de personas con físico rectangular. Altos y delgados, melancólicos y desconfiados, fácilmente irascibles. Poco sociables y extremadamente racionales. Pinnick asociaba a este grupo a los sajones, más del estilo británico.

Según Pinnick, los primeros podían sufrir depresiones como patología, manía depresiva.
Las mentes complejas tenderían a padecer de esquizofrenia.
(Que nadie se asuste, por suerte aun no nos hemos vuelto locos).

Para acabar existiría una clase híbrida cambiante entre una y otra mente. Esta clase se correspondería principalmente con la mente compleja, pero trataría de autoengañarse para ver las cosas de un modo más sencillo (generalmente sin lograrlo y cayendo en fuertes crisis).
Sin lugar a dudas, de sufrir alguna patología se correspondería con el transtorno bipolar.


He de decir que esto simplemente es una teoría del aburrimiento, algo con lo que tenía que tener mi mente ocupada para huir de otros pensamientos que pudieran torturarme, así que nadie la tome como válida, aunque he tomado cosas de Pinnick, sus teorías son caducas (aunque muy interesantes).

Muchas gracias por leerme.

martes, 19 de enero de 2010

Y un paso para empezar a caminar:

Hola y gracias por dejarte caer por aquí y leer un rato.

Llevaba tiempo queriendo abrir un blog, pero siempre que lo intentaba acababa por desechar la idea, todo por miedos o inseguridad. ¿Le gustará a la gente que lo lea? ¿Se aburrirán? ¿Habrá alguien en este mundo lo suficientemente loco como para entrar, leerme y saber algo de mí?

Al final acabas comprendiendo que si abres un blog no es para los demás. No es para gustar a los demás. Ni siquiera para convencerles o para aburrirles.
Si decides abrir un blog es porque tienes esa necesidad irrefrenable de vaciar tu mundo interno, tus dudas, tus sueños e ilusiones, tus fantasías y/o tu modo de ver el mundo.
En definitiva, un lugar en el que vaciarte, o en el que llenarlo de tu propia esencia, como quien ama o se regala al mundo.

He decidido por fin regalarme a aquellos quienes quieran leerme, sin miedo a críticas, y con el deseo de que quien me lea se sienta cómodo y se lleve una parte de mí, una parte de mi mundo.

¿Quién sabe? Quizá disfrutéis tanto leyéndome como yo escribiendo. Qué suerte sería poder lograr eso y hacer sentir tan bien a la gente cuando me lee, como tan bien me siento cuando escribo.

Aquí empieza, pues, un viaje a un mundo infinito; mi mundo.