sábado, 8 de septiembre de 2018

13 días en Japón: 1. Ueno, Tokyo.

Narita... ¡Narita! Habíamos llegado al aeropuerto internacional de Narita, a unos 50 Km. al noreste de Tokyo. Por fin, Japón.

Ataviados con un maletón, una mochila grande y dos pequeñas, lo primero que hicimos fue comprobar si los lavabos realmente tenían música o sonidos naturales de pájaros y cascadas, los famosos chorros de agua limpiadores regulables y tapa autocalefactable, o se trataba de un mito. Y no, no era un mito:

Lavabo del aeropuerto de Narita, botón azul para tirar de la cadena. Panel para escoger distintos chorros de agua.
Después fuimos a buscar el wifi portátil que habíamos alquilado desde España por internet (un aparatito del tamaño más o menos de un teléfono móvil que nos daría wifi ilimitado durante 14 días, con su cable cargador [lo detallo al final]) y que recogimos en la oficina de correos del aeropuerto.

Con wifi en los teléfonos móviles ya íbamos más tranquilos, así que fuimos a canjear el JR Pass (un billete que te permitía usar los trenes gestionados por la compañía Japan Railways de forma ilimitada y que nosotros compramos para 14 días desde Barcelona [también detallado al final]) en el mismo aeropuerto.

Ya con wifi y el pase de tren comprobamos que la mejor opción para llegar a Tokyo era con el Narita Express, un tren que en 50 minutos te dejaba en la estación principal de Tokyo. Aunque hay 3 líneas de tren más que llevan allí, la única que se podía utilizar con el JR Pass era esa, pero había bastante afluencia de trenes.

El bonito Narita Express, foto de Densha wordpress.
Líneas de tren del aeropuerto de Narita a Tokyo (la verde y la roja, con JRPass).

Una vez en la estación de trenes de Tokyo central, comprobamos el bullicio de la capital nipona. Filas y filas de japoneses circulando a toda prisa por los estrechos pasillos de la estación (o nos parecieron estrechos al ver tal cantidad de gente transitando). Teníamos que hacernos a un lado para no entorpecer el camino de hormigas que formaban los japoneses para desplazarse por la estación y así poder ver a dónde debíamos dirigirnos. Finalmente, el tren hacia el barrio de Ueno, a tan solo 2 estaciones del centro, y operado por JR, iba algo lleno (fue algo difícil subir y bajar de él cargados como íbamos, pero tampoco era lo que se ve en las imágenes de operarios de estación empujando a la gente a los vagones para que quepan, no iríamos en hora punta).

Anochecía cuando llegamos a Ueno, cerca de las siete de la tarde. Al salir de la estación, entre altos edificios y vías de tren pasando por encima de nuestras cabezas, a la derecha quedaba el parque Ueno, famoso por sus cerezos en flor (por agosto no queda ni un cerezo florecido, ya que florecen hacia abril/mayo), su museo nacional (diseñado por Le Corbusier y patrimonio de la humanidad por la UNESCO), su lago y sus templos con pagoda de cinco pisos.

Seguimos por la carretera principal rodeados de edificios altos con llamativas luces hasta torcer al poco a la derecha para llegar al lugar donde nos hospedábamos, uno de los pocos Airbnb legales que quedaban en Japón (este año la ley de pisos de uso turístico en Japón se endureció para acabar con la masificación de turismo de cara a las olimpiadas del 2020).

Una de las arterias de Ueno, Tokyo,
Cuando dejamos el equipaje ya nos sentíamos más ligeros para caminar por las calles del barrio y buscar un buen lugar, o más bien un lugar típico, nada turístico, donde cenar 100% a lo tokiota. Y lo encontramos.

Entrada al garito
Era una especie de bar restaurante de tapas japonés, donde en las plantas de arriba parecía haber karaoke. Allí, tres personas acababan de cenar entre cervezas, seguramente después de llegar de un largo día en la oficina.

Interior del garito.

Interior del garito decorado tradicional japonés.

Comimos soba, gyozas y un plato de verduras marinadas con biru (cerveza) y mizu (agua).
¡Estaba todo riquísimo! Especialmente las gyozas. La cerveza era suave y fresca, ¡pero muy cara! Unos 4'5 euros la jarra (casi precio londinense). Pero comer o cenar fuera resulta incluso más barato que en Barcelona.

Al salir dimos una pequeña vuelta por las calles de alrededor del piso en el que nos hospedábamos. Ante nosotros la grandeza de Tokyo se abría: grandes avenidas con pequeñas callejuelas a modo de "backstreets", entre otras calles más pequeñas peatonales. No había mucha gente por la calle. Eran entre las 22:30 y las 23:00.

Uno de los cruces principales de Ueno

Parte de una calle de Ueno

Callejuela peatonal comercial con restaurantes y salas de ocio.
Los carteles verticales de los comercios inundan las fachadas de las granes ciudades.

Una calle como de mercados y restaurantes.
Y a pesar de haber poca gente en las callejuelas, no tenías sensación de incomodidad o inquietud. En ningún momento sientes que puedas estar en peligro. Casi 30 millones de habitantes en la gran área de Tokyo y nadie se mete con nadie. La sociedad japonesa, en ese aspecto, nos lleva muchísima ventaja. Por contra, sigue siendo una sociedad muy machista.

Mercado de Ameyoko, con estatua de gato y carteles luminosos en Ueno.
Aunque de noche, el calor no daba mucha tregua. Unos 25 grados (había hecho entre 32 y 33 durante el día).
Llegamos de nuevo al apartamento de Airbnb para descansar. Había sido un largo día de viaje y nos había bombardeado el cerebro una cantidad ingente de información nueva difícil de descodificar. Carteles en otros idiomas, nuestros oídos escuchaban hablar en otros idiomas, la ciudad de Tokyo con su enorme red de transporte nos atravesaba las pupilas a cada paso y teníamos que pensar en las diferencias culturales, a veces abrumadoras y abismales, que existen entre la cultura japonesa y la española.

La habitación en la que nos hospedamos tenía (por suerte) aire acondicionado que dejamos puesto para cuando volviéramos, notáramos más fresca la habitación. Era pequeña, bueno, el apartamento era pequeño... Bueno, por lo general, en Tokyo acusan una grave carencia de espacio, por lo que tienden a aprovechar al máximo los rincones. A diferencia de nosotros, los occidentales, que esparcimos todas nuestras cosas a lo largo y ancho de la casa, ellos, los nipones, doblan, pliegan, guardan, cuelgan armarios, camas, muebles, y todo lo que no deban tener al alcance, aprovechando al máximo el poco espacio del que disponen en la gran capital.

Había una pequeña ventanita (minúscula) que daba al exterior. No nos atrevimos a abrirla por la noche porque solo entraba calor.
Al día siguiente nos levantábamos temprano para ir a Nikko, no sin antes parar en una cafetería-pastelería de corte occidental, estilo "boulangerie" francesa. Buen café y buenas pastas. El TullY's coffee, en la calle principal, yendo hacia la estación de Ueno situada al norte, es una buena alternativa a los fuertes desayunos japoneses:

TullY's coffee, para quienes no se quieren atiborrar de desayunos japoneses.
Finalmente fuimos hacia la estación de Ueno, camino de Nikko, con maletón y mochilas a cuestas.

Estatuas de osos panda a la salida de la estación de trenes de Ueno.
A todo esto, seguro que más de uno ha escuchado la historia de Hachiko, el perro fiel. Su amo, Hidesaburo Ueno, era un ingeniero industrial que impartía clases en la Universidad Imperial de Tokyo. Hacía el trayecto de Shibuya a Ueno (dónde daba clases) en tren, y su perro siempre lo esperaba a la llegada en la estación de Shibuya, pero en mayo del 1925 el profesor sufrió una hemorragia cerebral y murió, sin poder regresar Shibuya. Hachiko, su perro, estuvo esperándole durante 9 años sin moverse de la estación de Shibuya y allí han levantado una estatua en honor al perro como símbolo de la fidelidad del animal.
Lo que aun no sé es si el barrio de Ueno se llama así por el profesor... o tiene otro origen.

En la siguiente entrega hablaré de nuestra visita a Nikko, pero antes, unos consejos a viajeros que estén pensando en visitar Japón:

Como allí no es válida la tarifa Roaming, existen alternativas para que tus compañías de teléfono no te extirpen riñones e hígado en tus facturas estando en Japón. Una de ellas son las tarjetas SIM que puedes adquirir online o en estaciones principales de tren o aeropuertos, etc. Nosotros usábamos más datos, para ver google maps, para mandar mensajes, por lo que optamos por el wi-fi portátil (quizá la mejor opción). Lo compras por internet desde España, pagas unos 66 euros por 14 días de wi-fi ilimitado (puedes conectar hasta 10 dispositivos a la vez). Te viene con un cargador y puedes añadirle batería portátil. Su tamaño no es mayor que el de un teléfono móvil y lo puedes llevar allá donde vayas. Lo recoges en Japón, tú eliges si quieres que te lo lleven al hotel o lo recoges, o bien en el aeropuerto o bien en alguna estación de tren (en las oficinas postales). Devolverlo es sencillo, lo vuelves a introducir en el sobre cuando vayas a regresar a tu país y lo dejas en una oficina de correos. Y listo, has tenido wi-fi todo el viaje sin preocupaciones.

En cuanto al transporte, puedes escoger entre alquilar coche y moverte por carretera (las carreteras y autopistas también están muy bien. Las autopistas son muy caras, por lo que recomiendo comprar un abono de autopista, es barato y te funciona para prácticamente todo el país [aunque verás que es un país con muchas restricciones con los pases y abonos]), o viajar en tren y autobús.

Creo que si es la primera vez que viajas a Japón lo más recomendable es moverse en transporte público, ya que todos los indicadores (o su gran mayoría) están en japonés y a veces puede resultar complicado el conducir por la izquierda.

Para viajar de forma ilimitada (aunque con ciertas restricciones) existe el Japan Rail Pass. Un pase de una, dos o tres semanas que cuenta para todas las líneas operadas por JR (la mayoría), entre ellas los trenes bala. Puedes comprar el pase en oficinas de turismo japonés "JNTO" o en oficinas como JTB (en barcelona hay una por el barrio de Les Corts). También lo puedes comprar on-line y que te lo manden por correo (sale unos 15€ más barato).

El pase de 14 días cuesta 365 € aprox. Barato, teniendo en cuenta que subirte una vez en tren bala puede costarte 100 o más. El pase también te permite tomar el ferry que va a Miyajima.

¡Esto es todo por ahora, pronto mucho más!

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