Ya echábamos de menos una nueva entrega de "hacia rutas salvajes". Hoy (y con la llegada del verano) toca hablar de la Côte Vermeille (o Costa Bermeja en español).
El viaje de ida partía desde Sant Feliu de Guíxols, en la Costa Brava (Catalunya) y se hizo en coche siguiendo lo más cercano posible la costa. Por la N-II hasta llegar a Figueres, donde tomamos la N-260 hacia Llançà (evitando las curvas del Cap de Creus).
Antes de llegar a Figueres, entre Torroella de Montgrí y Sant Pere Pescador, pudimos ver los campos de manzanos famosos de l'Empordà. Un precioso paisaje de árboles frutales cercanos al mar, perfumados con la brisa marina, indicando el camino por el que se cruzan altos álamos que dibujan puentes vejetados. Aun más arriba, las marismas de l'Empordà, con abundantes campos de arroz.
Una vez ya cerca de nuevo de la costa, por Llançà, seguimos nuestro camino hasta Colera, donde nos paramos para hacer un pequeño descanso antes de llegar a la frontera francesa. Allí, acompañados por la niebla, nos sentamos frente a la playa y se pudo conseguir un paisaje como el de la siguiente foto:
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Playa de Colera, con niebla |
Aunque no lo parezca, eran las 11 de la mañana.
Y poco más tarde pasábamos Portbou, el último pueblo de la Costa Brava, para llegar a Francia. Desde lo alto de la carretera se podía ver Cerbère, el primer pueblo de la Côte Vermeille. Eso sí, entre ambos pueblos, por la montaña, la antigua aduana, sin servicio desde hace años.
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Antigua aduana entre España y Francia |
Siguiendo la costa, bajando por Cerbère, llegamos a Banyuls sur mer, un precioso pueblo turístico, marítimo, de veraneo y embarcaciones de recreo, que se describía bellamente en el libro "Contraban" de Josep Plà (gran escritor empordanés), en el que también se describían los siguientes pueblos de la ruta que tomamos. De hecho, me inspiré en Contraban para escribir mi novela en catalán "Blau infinit", en la que se seguía la ruta marítima de Plà pero en vez de en barca, en coche, y de la misma tomé la idea de realizar el viaje. (Sí, fue curioso, primero leí, luego escribí sobre ello y luego lo fui a visitar).
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Banyuls sur mer |
Allí, en las rocas del fondo a la derecha, frente al mar, en una zona de merenderos habilitada en las rocas, entre pinos y un histórico cañón, nos paramos a comer y retomar fuerzas para continuar con nuestro viaje.
La siguiente parada, Port Vendres, un pueblo costero aun más grande y poblado que Banyuls sur mer.
Port Vendres entraba aun más adentro de la tierra, dejando una entrada de mar entre la zona industrial, de carga, la zona pesquera y la población. Aunque la mayor parte de la zona de la costa la ocupa el puerto pesquero, Port Vendres serpentea por la costa y sube por acantilados haciendo del pueblo un lugar de contrastes con especial enfoque al pesquero.
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Torre del reloj en puerto de Port Vendres |
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Iglesia de Port Vendres |
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Vista principal del puerto de Port Vendres |
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Vista de la derecha del puerto de Port Vendres |
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Faro fortificado de Port Vendres |
Saliendo ya de Port Vendres, llegamos a Collioure, pueblo medieval donde guarda la casa donde vivió los últimos años en el exilio Antonio Machado y donde está su tumba que lamentablemente no hubo tiempo de visitar.
Collioure es, posiblemente, el pueblo más hermoso, pintoresco y de visita obligada de la Côte Vermeille. Sus callejuelas adornadas con coloridas y vistosas flores, llenas de artesanía, que conducen hacia el antiguo castillo medieval y a su precioso puerto fortificado, son muestra y reclamo de una hermosa ciudad marítima turística medieval como Collioure (espero no haberme dejado ningún calificativo).
Dividida en dos por el Castillo, a un lado queda la zona más turística, medieval y pintoresca y al otro la playa y la zona más de veraneo y tranquilidad. Cabe decir que la primera de las dos zonas es la más antigua, y es donde se encuentra la casa en la que vivió Antonio Machado.
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Casa en la que vivió Antonio Machado, Collioure |
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Calle comercial de Collioure |
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Castillo de Collioure |
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Castillo de Collioure desde la playa pequeña |
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Puerto medieval fortificado de Collioure |
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Calle colorida de Collioure |
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Otro castillo sobre una montaña desde Collioure |
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Playa sur de Collioure |
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Pequeña ermita sobre el mar en Collioure |
Tuvimos que abandonar Collioure precipitadamente por miedo a ser multados, ya que el coche lo habíamos dejado aparcado en una zona de pago, siguiendo la carretera hacia fuera, cerca de la estación de tren. Eran ya las 17:20.
Mientras, pensé que sería una buena idea tratar de ver el estanque de Saint Nazaire, entre Saint Cyprien, uno de los pueblos más parecidos a la Costa Brava que puedas encontrarte en Francia, y Canet en Ruosillon, pero buscándolo, entre la desembocadura del río Tech y Saint Cypriene, por error, acabamos en una playa nudista en la reserva natural de Mas Larrieu. Una playa larguísima de arena fina, llena de leños y arboledas muy bonita, muy salvaje, y con fuertes vientos.
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Playa nudista de la reserva natural de Mas Larrieu |
Después de visitar Saint Cyprien, (y de también perdernos entre los caminos que llevaban a millones de campings en la zona del Tech), abandonamos la costa para por fin acabar en Perpignan. Una ciudad moderna que mezcla barrios turísticos, con barrios étnicos de inmigrantes o descendientes de inmigrantes, como uno de sus barrios en el que se encuentra el conservatorio de música, muy parecido al barrio del Raval en Barcelona, y barrios modernos, con centro de convenciones, teatro y esa arquitectura sobria y de formas angulosas y redondeadas tan carismática de zonas de convenciones y exposiciones de ciudad moderna.
Para aquellos que desconocen Perpignan, es un enmarañado de calles y carreteras por el que si se te ocurre leer un mapa mal, acabarás en la otra punta de la ciudad. Por eso, visitantes, alerta: tened claros varios puntos de referencia y estad bien orientados a la hora de leer un mapa/plano de la ciudad de Perpignan, sea a pie o en automóvil.
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Afluente del río Têt, Perpignan |
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Mismo afluente hacia el norte (zona cercana al centro de convenciones) |
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Curioso castillo de cerca del centro
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Recomiendo a todo visitante que vaya a Perpignan desayunar croisants de la Boulangerie "La mie Caline", están deliciosos, en la plaza Arago. Os podéis sentar en una terraza a tomar un café au lait (pero os clavarán 2'80 euros). En cambio, por 3 croisants puros, verdaderos, franceses, unos 4 euros con pocos céntimos.
El desayuno con calma, contemplando el centro de la ciudad, es recomendable.
Al día siguiente, por la mañana (desayunados ya en plaza Arago), nos dirigimos hacia Carcassonne, siempre evitando peajes, por carreteras alternativas a autopistas. Así, por la D-900 y la D-6009 hacia el norte nos fuimos hasta Narbona. Por la carretera pudimos ver por fin (desde la misma) el estanque de Leucate. También pudimos ver la "Puerta dels Països Catalans", una grandiosa escultura a la izquierda de la carretera, en la ladera de la montaña según subes de Perpignan a Narbona, por el estanque de Salses. Esta escultura marca el fin del que fue territorio catalán hasta 1659. Al llegar a Narbona nos desviamos a la D-6113 hacia el oeste, por la que vimos distintos pueblos del interior sur de Francia, vinícolas, preciosos. En ellos, se podían ver diversos "chateaus", masías vinícolas, en las que también se vendían botellas.
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Puerta dels Països Catalans, símbolo de los segadores, por Emili Armengol |
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Château por un pueblo de la D-6113, probablemente Conilhac-Corbières |
Y finalmente, Carcassonne, un precioso pueblo medieval, de los mejores conservados. El casco antiguo está cubierto por una gran muralla doble con montones de torres. Pequeño consejo a visitantes: evitad los parkings de pago, parecen la mejor opción porque te topas con tres solo entrar, pero no es más que una ilusión. Siguiendo adelante por la carretera, a escasamente 400 o 500 metros de la ciudad antigua, empiezas a encontrarte montones de zonas de aparcamiento gratuitas.
Allí paramos a almorzar. A aquellos que les guste los platos fuertes, calóricos, de pueblo presto y rudo medievo, de caballero andante, recomendadísimo el "cassoulet", un cocido de alubias blancas en una cazuela de barro con salchicha de Tolouse, distintas partes de cerdo y cordero. Caliente, suculento, calórico, delicioso, sublime. La verdad es que los restaurantes de dentro de la ciudad medieval de Carcassonne son exquisitos, recomendables, y el servicio es excelente. Te da la sensación de comer como un rey a precio... de turista medio. Entre 15 y 20 euros los dos platos y postre con un vino tinto... suave, dulce, "incroyable". También puedes saborear un delicioso pato asado, tierno y sabroso... una comida que te saciará seguro. Antes de volver de nuestro viaje, recién comidos, tuvimos que dar dos o tres vueltas más para rebajar la comida.
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Preciosa estampa desde la muralla. Carcassonne |
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Catedral gótica del interior de Carcassonne |
Y al final, la vuelta. Esta vez por el interior. No sin antes llevarnos de Carcassonne un vinito de una tienda de souvenirs donde una mujer albaceteña nos atendió muy alegremente (su presunto marido no parecía entender español).
Para aquellos que no lo sepan, la región del Rourillon, pasado Perpignan hasta Andorra trazando una diagonal descendiente, perteneció a los condados de Catalunya durante 500 años, desde el 1172. De hecho, toda la región que se extendía hasta la Marca Hispánica (frontera con el reino árabe del Al Andalus), tomada por Carlomagno, fue heredándose dinásticamente entre los grandes señores. Así, en la edad media, cuando surgieron los nacionalismos, el sentimiento de tierra, esta región fue cuna de Catalunya, pues históricamente la nación de Catalunya surgió del Canigó, monte pirenaico perteneciente ahora al Rousillon frances.
El 4% de la población del Rousillon habla y/o entiende el catalán. Pero con el paso del tiempo la gente sigue optando por hablar una sola lengua, por lo que se decantan por el francés y se prevé que los hablantes de catalán en la zona vayan disminuyendo.
La autopista A-9, que enlaza Perpignan con Narbona, se llama "La Catalana", y por los pueblos y ciudades de la comarca del Rousillon ondean banderas francesas, europeas y catalanas.
Como anécdota, se puede escuchar la radio catalana y se puede ver por la televisión emisoras catalanas como TV3, Canal 33 y 3/24. En Perpignan, los nombres de las calles están en francés y en catalán.
Ciertamente no acabas de sentirte extranjero del todo en el Rousillon, la geografía, los accidentes geográficos, la arquitectura, los campos, viñedos, el mar, los humedales... todo tiene un punto reminiscente de Catalunya.
Recomiendo a todo el mundo la visita, especialmente desde la Costa Brava. Es bonito ver los contrastes y divertido ver las similitudes y diferencias entre la costa catalana y la francesa.