jueves, 12 de septiembre de 2013

¿Por qué la cultura es la primera sacrificada en la crisis?

Si Aristóteles dijo del ser humano que era "un animal racional", al que no le bastaba con estar, sino que necesitaba saber por qué estaba... ¿Por qué a la mínima que se pone en peligro nuestra integridad perdemos esa racionalidad?

Crisis española del 2008 hasta la actualidad. Los campos que más han sufrido esta crisis han sido la educación, la sanidad (ambos por recortes presupuestarios del gobierno del país), el empleo (obviamente, si nuestro mayor capital venía del ladrillo, y este campo ha sido explotado hasta agotarlo, esos puestos de trabajo dejan de existir) y, especialmente, el sector editorial.

Se me hace que en tiempos de crisis somos menos "racionales" y más "animales". Nos olvidamos de filosofar, de la palabra de nuestros ancestros, del "logos", de nuestra razón de ser, existir, de lo que nos diferencia del resto de fauna terrestre. Olvidamos que no nos basta con alimentar nuestro cuerpo, que también debemos alimentar nuestra mente, y nos sentimos saciados con llevarnos a la boca al menos un plato caliente diario. (No habrá verdaderas revueltas populares contra el sistema de gobierno o gobernantes mientras nosotros como animales tengamos aplacados nuestros instintos básicos, y como el más básico para la subsistencia del reino animal está el alimentarse).

Juan Roig sigue haciendo fortuna con sus supermercados. Empresas estadounidenses de comida rápida y refrescos diversos siguen llenándose los bolsillos a costa de nuestro consumo. Alimentos, alimentos, en crisis necesitamos comer. Acudimos en masa a hacer acopio de víveres... ¿Y si se acaba el mundo? Estamos en crisis...

Pero, como digo, olvidamos esa parte que nos hacía diferentes al resto de integrantes del reino animal, olvidamos nuestro hambre de cultura, nuestras inquietudes, nuestra sed de conocimiento. Nos basta con llenarnos la barriga y aparcamos nuestra mente para cuando podamos alimentarla, para cuando lleguen épocas de excesos y derroches y sintamos que podemos darnos el capricho de comprar libros para aplacar nuestra avidez de conocimiento (o, al menos, curiosidad para algunos).

¡Pues no! Reivindico el placer de la cultura como una necesidad más, como un instinto básico inherente al ser humano, diferenciador del resto de animales terrestres, y exhorto a todo quien sienta la necesidad o inquietud por rellenar esas oquedades y lagunas que fluyen inconmensurables por nuestras cabezas a no abandonarse por esta crisis, a no alimentar a terceros por pensar que el comprarse un libro es un exceso, y cometer el exceso de comprar basura por comida para saciar nuestro apetito.

Podemos comprar comida de calidad en mercados, ayudar a sostenerse a pequeños comerciantes olvidándonos de las grandes marcas, comiendo igual, las mismas cantidades, pero dejando de pagar ese plus por la marca. Ayudando al pescadero, comprando su pescado. Ayudando al agricultor, comprando en fruterías o pequeñas tiendas de barrio, en las que pagan un precio más razonable por sus productos y en las que nos ofrecen calidad sin abusos en los costes.

Y, sobre todo, podemos prescindir de cocacolas (me incluyo el primero), y otros venenos, para ir sumando y en vez de alimentar nuestra corrosión de esmalte dental, alimentar nuestra capacidad mental y cultural (cosa que nos ayuda, incluso, a ser más tolerantes [porque, como dije, conocer es perder el miedo a lo desconocido]). En vez de creernos que los King ahorros nos ayudan, nos compramos la carne picada, la sazonamos, la amasamos, le añadimos queso rico, salsitas y pan, y nos sacamos 6 hamburguesas TOP, de estrellas Michelin, de chapó, por el precio que nos saldrían 2 del montón en un mataestómagos, y con el resto... un librito, una guía de viaje, un libro de recetas, una novela, una morbosa trilogía (que no nos culturiza demasiado pero aviva nuestra imaginación), una saga de aventuras, una novela histórica, una guía ilustrada de arquitectura, un libro de pintores, un cuadro, un busto de Julio César, nos pintamos la habitación en plan Capilla Sixtina... bueno, no hace falta llegar a extremos, pero un librito de vez en cuando, de verdad, nos hace sin duda sentirnos lo que no deberíamos de dejar de sentirnos por mucha crisis que nos salpique, humanos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario