jueves, 29 de febrero de 2024
Japón, 2º viaje. 7º día: Osaka luces del ayer y de hoy.
Día 28 de diciembre del 2019.
Me levantaba animado, habiendo pasado una buena noche, al calor de la calefacción, en una casa tradicional de un templo budista, frente a un pequeño jardín zen interior, con el suelo de tatami, con ese carismático olor de bambú seco en fibra que invade las habitaciones tradicionales... y después de recoger la ropa y ordenar un poco salí, no recuerdo bien si sobre las 8 de la mañana (solo sé que después de tantos madrugones ya me costaba levantarme). Salí de la casa (reverencia de agradecimiento incluida) y me dirigí a la estación de tren de Matsushita, la más al este de Ise y más cercana al hospedaje (quizá futamino-ura queda a igual distancia, pero Matsushita tiene un encanto natural de pedanía tan carismático que merece la pena tomar un tren desde allí).
Los paisajes marinos, fluviales y campestres se van sucediendo a lo largo del escaso kilómetro dos cientos metros que separa el shukubo de la estación.
Pasas literalmente por en medio de plantaciones de arroz.
Y subido al tren me dirigía por primera vez a Osaka. En el primer viaje obviamos esta ciudad porque pensé que ya visitábamos mucha ciudad y poco "countryside". En esta ocasión era obligado parar por allí.
Viendo el paisaje por la ventana, pude hacer una foto a un extraño complejo en el que (si agrandas la imagen) se puede ver, incluso, una imagen de la Victoria de Samotracia, una especie de Venus de Milo, una Estatua de la Libertad, una estatua de oro de Senju-Kannon (o Kannon de los mil brazos) y algún elemento sorprendente más. Este edificio se encuentra en el camino entre Ise y Tsu.
Después de investigar por internet, he descubierto que es una copia del museo del Louvre de París, se le conoce como el Louvre de Japón, imita la pirámide del Louvre y dentro cuenta con 1330 esculturas, copias de las que se encuentran en el Louvre. Al parecer un monje budista empresario, Jujiro Takegawa montó esta colección privada y fundó el museo en 1987 en Tsu. El diseño del edificio corrió a cargo de Kishio Kurokawa, el mismo que diseño el edificio de habitaciones cápsula.
Más countryside de vuelta a Nagoya desde el tren.
En Nagoya subí al tren bala y allí viajé con un hombre de California que también iba a ver a unos amigos a Osaka. Estuvimos hablando un buen rato durante el trayecto hasta llegar a la tercera ciudad más poblada de Japón con 3 millones de habitantes. Me hospedé en un hotel que podría calificarse como cochambre cuyas habitaciones eran pequeños zulos en los que cabían un colchón de yoga, una manta, tu maleta bien puesta y ya. Sí es cierto que pagué 14€ por dos noches, una ganga, pero... lo barato... y en efecto. El hall era un espacio en el que veías una suerte de objetos agolpándose en el mostrador de recepción, un estrecho pasillo conducía a lo que presumiblemente eran los baños y enfrente quedaba el ascensor que únicamente te llevaba a los pisos impares (para los pares debías subir o bajar un tramo de escaleras). En la imagen, el edificio cuadrado de en medio era el Hotel Diamond Osaka (ahora ya mejorado, pero cuando fui era tal cual muestro).
Para aquellos quienes pensábamos que en Japón únicamente había cabida para gente civilizada, se nos cae otro mito. En la calle, a plena luz del día por la mañana, un camionero/repartidor meando en unos arbustos cerca de donde me hospedaba. También es cierto que fui a elegir el considerado peor barrio de todo Japón, Nishinari (también conocido por Kamagasaki). Barrio marginal con gran cantidad de personas sin techo y algún delincuente que otro. Aún así, a pesar de la suciedad y de la gente rara que podía encontrarme, no me sentí inseguro ni en peligro en ningún momento. En la siguiente imagen, el meador de los arbustos.
La habitación. No engañaba. El colchón de yoga lila de la izquierda como cama no tenía desperdicio. El hotel estaba regentado por solterones desamparados malolientes, algún mochilero incauto, alguna mochilera igual, algún/a inmigrante, y poco más. En la foto de abajo, la habitación sin calefacción en la que dormí dos noches a 4 grados en el exterior. Me tuve que abrigar hasta con mi abrigo por encima.
Vistas de la calle.
Uno de los pasillos que conducía a las habitaciones.
Pasillo hacia la "cocina". Unos fogones industriales con más mugre que el vertedero de Madrid.
Vista desde el otro lado. En la imagen, el edificio más alto de Japón tras la torre Tokyo Skytree, el Abeno Harukas, que cuenta con 300 metros de altura. (Actualmente, 2024, es superado por otro edificio de Tokyo del que hablaré en mi tercer viaje).
Los fogones (cocina) en la primera imagen. Escaleras en la segunda imagen. Pasillo cochambre en la tercera.
Las habitaciones remodeladas quedarían tal que la siguiente imagen.
Una vez dejé la maleta y la mochila en la habitación, me dirigí al barrio de Shinsekai, un barrio de los 60's y 70's de estilo futurista con montones de carteles de neón, carteles colgantes, restaurantes, puestos de comida, etc. y la torre Tsutenkaku (de la que parece que va a despegar Mazinguer Z).
Al entrar a Shinsekai ya encuentras carteles de restaurantes únicos y reconocibles por casi cualquiera. La pega es que después de la pandemia, el restaurante de Fugu (pez globo), Zuboraya Shinsekai, tuvo que cerrar, con lo que se perdió el característico cartel del pez globo.
Desde la calle Tsutenkaku Minamihon, los restaurantes se amontonan con coloridos y brillantes carteles luminosos. Al fondo, la torre Tsutenkaku, de 103 metros de altura.
La torre Tsutenkaku se erige sobre el terreno en el que se encontraba el parque de atracciones Luna Park y la antigua torre de 64 metros construida en 1912. Durante la segunda guerra mundial la torre dejó de funcionar y la desmantelaron por dos razones. La primera, necesitaban acero para armamento y, la segunda, la altura de la torre (la segunda más alta de Asia en sus inicios) la hacían un reclamo para los bombardeos estadounidenses. En 1956, la compañía Hitachi decide volver a levantar una torre en el lugar en el que se emplazaba la antigua torre de Luna Park de mano de Tachu Naito, apodado "el padre de las torres".
Antiguo Luna Park y la desaparecida torre, donde se encuentra ahora Shinsekai.
Shinsekai.
Como era hora de comer, quería encontrar algún lugar para comer. Sin embargo, el sitio me encontró a mí. Estaba a punto de salir de Shinsekai cuando encontré un puesto en la calle de Takoyaki (buñuelos de pulpo). Riquísimos.
Cartel con el nombre de la calle. Generalmente las calles más carismáticas de las ciudades japonesas tienen sus carteles con su nombre.
Al seguir unn poco más adelante, desde un puente, hice un par de fotos en perspectiva.
Tienda de coches Lotus. Por cierto, me dirigía andando hacia el castillo de Osaka, andando llegaba en 1 hora y 20 minutos (algo más porque iba parándome de vez en cuando) desde la torre hasta el castillo.
Edificio que me pareció curioso.
En Osaka, una gran ciudad de 3 millones de habitantes, al igual que Tokyo, puedes encontrar callecillas como de villa que hace que parezca que no estás en una gran ciudad.
Esas escaleras conducen a un santuario curioso. Detrás se encontraban los jardines del emperador Nintoku.
El emperador Nintoku es el segundo emperador del que se tienen datos reales y el 16º en la descendencia desde el emperador Jinmu, el primer emperador considerado legendario que aparece en el Nihonsoki y el Kojiki.
El santuario es el Kozogu. Una joyita en medio de Osaka.
Saliendo del santuario, una iglesia católica.
Y este edificio simplemente me llamó la atención.
De camino (me dirigía hacia el norte de la ciudad), me encontré con algún famoso "love hotel". Hoteles que se alquilan por horas para aquellos quienes buscan algo de intimidad.
De camino, un templo budista (por las ciudades puedes encontrarte en cualquier momento un templo o santuario sin ni siquiera buscarlo).
Una de las avenidas de Osaka
Osaka se caracteriza por la cantidad de rascacielos repartidos por la ciudad.
Todos los parques, o casi todos, suelen tener baños públicos. Estos concretamente, frente al castillo de Osaka ya, estaban... bueno, al parecer algún indigente vivía o se aseaba en ellos, con lo que la suciedad era más que abundante, algo raro siendo Japón.
Y ya entrando al castillo de Osaka. AL principio, el foso, las murallas con las torres de defensa, luego una amplia explanada y finalmente el edificio principal del castillo.
Toda piedra cuenta y todas son de diferentes tamaños. En la pared, una de las más grandes y pesadas de la muralla del castillo. Practicamente es de la superficie de una habitación.
En la imagen, estatua de Toyotomi Hideyoshi, antecesor de Tokugawa Ieyasu y sucesor de Oda Nobunaga en el shogunato. Hideyoshi hizo construir el castillo de Osaka en el 1583. Tiempo más tarde expulsaría a misioneros cristianos de Kyushu e, incluso, crucificaría a 26 de ellos en Nagasaki. Intentaría invadir Korea, pero murió en el intento y en eso se quedó. Después de la batalla de Sekigahara, Tokugawa Ieyasu sería proclamado shogún.
En la imagen, el santuario Hokoku. Es muy común ver santuarios dentro de los recintos de los castillos (así como se encuentran capillas dentro de los recintos de castillos medievales occidentales).
Todo el perímetro del castillo es un gran parque flanqueado por un canal.
Otro pedrusco del muro. Esta es la piedra más grande de todo el muro del castillo de Osaka, mide 59 m2 y pesa 108 toneladas.
Seguimos dentro del recinto. Encontramos una especie de centro comercial con cafeterías e, incluso, un lugar en el que poder usar espadas y estrellas ninja mientras te explican historia.
Ya a la vista el castillo.
Castillo de Osaka más de cerca.
Vista de uno de los barrios de Osaka desde el castillo.
Otro barrio, posiblemente Umeda.
Imagen de restos del momiji (hoja rojiza) por los colores de las hojas en otoño.
Otra perspectiva del castillo de Osaka, ya dirigiéndome más al norte, hacia Umeda, para ver el edificio Umeda Sky.
Y otra perspectiva de Osaka.
Canal que rodea al castillo.
Vista del castillo desde el otro lado, cruzando el puente, yendo hacia el norte. Me dirigía a tomar el Osaka Loop, el metro con trayecto circular que con el JRPass puedes usar tanto como desees. El Umeda Sky quedaba algo lejos, Osaka era muy grande y no me daba la vida para recorrerla toda a pie.
Gente con pájaros curiosos.
Un halcón y un búho.
Precioso canal del castillo.
AL fondo, el Umeda Sky Bulding.
Y por la zona, montones de edificios curiosos en lo que se denominaría la ciudad en el cielo.
El siguiente edificio me pareció digno de fotografiar. En la foto de abajo, el edificio en su entorno, en la siguiente, un zoom al edificio en donde se ve que hay una especie de iglesia dentro del propio edificio. Una maravilla arquitectónica para mi gusto. Osaka plantea unos contrastes espectaculares.
Otro rascacielos de la zona de Kita-ku.
Umeda Sky y la zona donde se emplaza. Con sus 173 metros de altura, posee una plataforma elevada que conecta ambas torres con un centro circular transparente desde el que se puede observar la ciudad entera. El cielo se refleja en sus cristaleras, dando esa sensación de ciudad en el aire. Fue construido en 1993.
Al salir, un jardín colgante y un pequeño bosquecito. Es muy agradable pasear por ahí, bajo las alturas del high-tech.
Volviendo ya, y a pesar de haber andado una burrada, decidí volver caminando. Tenía 1 hora y cuarto (algo más entre paradas fotográficas) hasta Dotonbori, probablemente la calle más reconocible de Osaka.
Edificios de Kita-ku y volviendo al sur.
Umeda en transformación.
Cruzando un puente.
Y por una de las avenidas que van al sur. Desde un puente cnes muy similar al de Shibuya en Tokyo.
Y la noche me iba atrapando, cuanto más al sur, más tarde anochecía. En Osaka, sobre las 17h. Aún no hacía un frío exajerado.
La ciudad iba llenándose de luces. Hasta los árboles estaban adornados con coloridas luces celebrando la navidad y el próximo nuevo año.
Una noria en Osaka.
Calles llenas de árboles con luces. Empezaba a ver ya a muchos extranjeros por la calle, señal de que me aproximaba a una zona turística. En Umeda apenas vi a ningun extranjero, por ejemplo.
Puente que cruza el río Tosahori. Los ríos que cruzan Osaka son diversos y amplios. Siempre he pensado que la mejor forma de conocer una ciudad es caminarla.
Edificio que da la bienvenida a Osaka.
Edificio de estilo occidental. Lamentablemente no sé muy bien qué edificios eran estos que fui fotografiando, pero quedan como parte del paisaje urbano que fui viendo.
Templo en medio de la ciudad. Precioso, muy bien iluminado con motivos festivos.
Tienda Ferrari.
Edificios comerciales cerca de Dotonbori.
Y de pronto, en una calle, presencié la celebración de unos hombres muy contentos...
Al acercarse vi que llevaban a uno, mayor, en brazos, vestido como de doctorado o semejante. Lo alzaban y gritaban animados mientras reían todos. Al acercarme y grabarlos, ellos me decían "nihon bunka", que viene a ser algo así como "cultura japonesa". También me agradecían que les grabara y me animaban a que siguiera haciéndolo. Les agradecí y me despedí de ellos. Parecía ser una fiesta de jubilación.
Finalmente, llegué a Dotonbori, la calle más reconocible de todo Osaka.
En la imagen, el neon de Glico Man, probablemente el cartel más fotografiado de toda la historia. El cartel original medía 33 metros y fue instalado en 1935 por la compañía de dulces Ezaki Glico, conocidos por sus dulces "Pocky" (en Europa se conocen como "Mikado"). El cartel actual mide 20 metros por 10 de largo y es de neon.
Me parecía algo extraño, un atleta como imagen de unos dulces, parecía no cuadrar. Investigando el porqué de esa imagen me llevé una gran sorpresa. Habían calculado que un corredor de 300m. que midiera 1'65 m. y pesara 55 kg. corriendo esa distancia en 1'88 minutos quemaba 15'4 kcal de energía, lo mismo que contenía u dulce de Glico.
Como se puede observar, Dotonbori es el centro de ocio de la ciudad. Multitud de personas pasean por sus calles, comen en sus restaurantes o, simplemente, quedan en puntos estratégicos (hay un puente que muchos japoneses usan como punto de encuentro).
Los carteles luminosos se extienden por toda la calle. A la izquierda, en amarillo, puede verse la noria del Don Quijote (cadena de todo tipo de productos a bajos precios). Tuve que ir a probarla, claro.
Interior del Don Quijote.
Creo recordar que este Don Quijote era de 6 plantas.
Subido ya a la noria. No recuerdo bien el precio, pero mereció mucho la pena.
Hice zoom porque allí en medio, la torre que aparece iluminada (como de blanco) era la torre Tsutenkaku (en las fotos anteriores si no se hace zoom pasa muy desapercibida).
Ya, de nuevo abajo, el bullicio de la gente se dejaba notar en toda la calle.
Restaurantes abarrotados.
Otros restaurantes menos llenos.
Y en uno de ellos, una gente tocando música para el exterior a modo de performance. Impresionante.
Era ya hora de cenar (incluso puede que empezara a ser algo tarde), así que fui a buscar un restaurante de Okonomiyaki muy conocido de la ciudad, no muy lejos de aquella zona.
Entre zonas concurridas, con multitud de luces y gente, comercios abiertos...
Se abrían paso algunos callejones oscuros, estrechos y solitarios.
Y luego las típicas galerías que toda gran ciudad japonesa debe tener.
Justo a la salida de las galerías, el restaurante que buscaba... demasiado lleno. La cola se puede apreciar, va desde las escaleras (se abre para dejar pasar a la gente en la carretera) y vuelve, de nuevo, en la otra acera. En total había como hora y media de cola. Decidí cenar en el restaurante de al lado, también de okonomiyaki, que estaba libre de cola (y también estaba bueno).
Este era el local por dentro. Planchas de cocina en las mesas en las que si sabías hacerlo, tú mismo podías prepararte el okonomiyaki. El camarero te dejaba los ingredientes y tú te lo ibas preparando. Como yo no tenía ni idea, preferí que fueran los del local quienes me lo prepararan (también te daban esa opción). Por un momento temí tener que prepararme yo la cena. A saber qué habría montado.
Para beber, fanta de melón. Riquísima.
El cocinero iba pasando y preparando el Okonomiyaki. Tardó una media hora aproximadamente en prepararlo (requiere su tiempo), mientras podías rellenarte tanto como quisieras el vaso con fanta.
Un grupo de jóvenes japoneses se sentó al lado y empezaron a hablarme entre risas, querían ver cómo me hacía el Okonomiyaki y me animaban a hacerlo yo mismo. Les dije que mejor esperaba al cocinero. Ellos sí se los iban preparando los suyos con bastante habilidad. Muy majos en realidad.
Mientras mi Okonomiyaki iba haciéndose. Una pinta deliciosa.
Hice foto a la fachada del edificio para recordar el restaurante (y poder resecharlo por google maps). Así, si alguien me lee y le apetece ir, ya sabe el aspecto que tiene.
Volviendo al hotel "cochambre" (el hotel era el Hotel Diamond Osaka, para quien no le asusten los bichitos y quiera no gastar demasiado) me encontré con algún que otro edificio y local curioso que también quise fotografiar.
Quise fotografiar algunos pasillos del hotel "cochambre" antes de acostarme, así como las vistas nocturnas desde la habitación.
Y me acosté, feliz, ya que pude hacer muchas cosas ese día y Osaka me pareció una ciudad, pero aquella noche hacía frío, unos 4 grados, no había calefactor en la habitación y no parecía ser muy aislante la ventana, con lo que me arropé con todo lo que pillé, hasta con mi abrigo. No pasé frío al final por la noche. Al día siguiente haría una excursión a Kobe, donde pasaría el día antes de volver a "cochambre".
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